La catástrofe nuclear de Japón es de Apocalipsis

TOKIO/ SINGAPUR / BRUSELAS (15 mar. 2011). - El comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, ha descrito esta tarde la situación de la catástrofe atómica de Japón de "Apocalipsis", y ha afirmado que las autoridades niponas prácticamente han perdido el control de la situación en la central nucelar de Fukushima y que las peores horas y días están por llegar

Japón, la tercera potencia económica mundial tras ser desbancada por China a este puesto recientemente, se enfrenta desde este martes a las trágicas consecencias de una catástrofe nuclear. En Tokio, la capital a 240 kilómetros del epicentro de la fuga atómica a la atmósfera, la radiación ha superado diez veces la normal y está provocando huídas y acaparamiento de víveres. Los grandes almacenes abiertos las 24 horas venden radios, linternas, velas y sacos de dormir. Se recomienda no exponerse a la lluvia o a la nieve.

La agencia climática de la ONU ha indicado que los vientos están dispersando el material radiactivo hacia el océano Pacífico y otros países. Las autoridades niponas están intentando desesperadamente que el agua destinada a enfriar los núcleos radiactivos de los reactores atómicos no se agote. "La posibilidad de una mayor filtración radiactiva está aumentando", ha afirmado un sombrío Kan, jefe del gobierno japonés, en un discurso a la nación.

China está evacuando a sus ciudadanos de las zonas más afectadas y Air China ha cancelado sus vuelos a Tokio. Países asiáticos como Tailandia, Corea del Sur y Singapur han comenzado a chequear los productos alimenticios provenientes de Japón en busca de rastros de radiación. Las embajadas recomiendan a sus empleados y ciudadanos que salgan de las zonas afectadas. Compañías multinacionales han pedido a sus trabajadores que se marchen y están preparando planes para trasladarse fuera de Tokio.

Los medios de comunicación japoneses critican a su Gobierno y a la empresa de la planta nuclear -TEPCO- por no ofrecer suficiente información sobre el accidente atómico. Cuando la televisión informó de una de las explosiones, la noticia no llegó hasta una hora después hasta el despacho del primer ministro Kan.

El potente terremoto del viernes y el posterior tsunami ha registrado ya al menos 10.000 muertes. Decenas de miles de personas permanecen desaparecidas. Casi 850.000 hogares están sin energía en el norte del país y al menos 1,5 millones carecen de agua potable.

Los costes financieros del desastre se estiman hasta en 180.000 millones de dólares sólo en la región más afectada por el terremoto y el tsunami. La economía japonesa está al borde de una nueva recesión. La cadena de producción global en los sectores automovilístico y tecnológico, principalmente, se ha interrumpido. Muchas empresas tienen suspendida la producción.

El material radiactivo es transportado por diminutas gotas de humedad presentes en el aire. La radiación es peligrosa porque puede provocar cambios o mutaciones en el ADN, lo que luego avanzaría hasta generar cáncer. Así, puede ser inhalado directamente y entrar en los pulmones y llegar al mar y al suelo a través de la lluvia, por lo que puede contaminar los cultivos, los alimentos, la fauna marina y el agua para beber.

Niveles de 400 milisieverts por hora se han registrado cerca del reactor 4, ha confirmado el Gobierno nipón. La exposición a más de 100 milisieverts al año es un nivel que puede provocar cáncer, según la Asociación Nuclear Mundial. Las explosiones expondrán a la población a una radiación durante mucho tiempo, lo que elevará el riesgo de cánceres de tiroides y huesos y leucemia. Los niños y los fetos serán especialmente vulnerables porque sus células se dividen a un ritmo más veloz que las de los adultos. La exposición a la radiación también está relacionada con abortos espontáneos e infertilidad tanto en hombres como en mujeres.

Las vacas son como aspiradoras, toman el yodo radiactivo que se encuentra en una zona amplia de pasto y luego esas partículas se concentran rápidamente y pasan a la leche. Esto es lo que pasó tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y el accidente nuclear de Chernóbil.

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