Supervisión arqueológica de 2002 en la iglesia de La Raya / Por Pedro Jiménez Castillo

LA RAYA, Murcia (18 ag. 2009). - Casi con toda seguridad la supervisión arqueológica llevada a cabo en octubre de 2002 en la iglesia parroquial de La Raya es la única intervención de este tipo en este partido rural y pedanía murciana, pueblo que en los últimos años ha asistido prácticamente impasible a la destrucción de elementos arquitectónicos civiles de primer orden tan singulares como los molinos de Puxmarín y Batán, o el propio cauce de la milenaria acequia Alffors o Puxmarina en los pasados meses.

Esta intervención fue realizada por el arqueólogo murciano Pedro Jiménez Castillo, uno de los más destacados especialistas en arqueología, urbanismo y arquitectura islámica, investigador desde 2005 de la Escuela de Estudios Árabes de Granada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con decenas de excavaciones, publicaciones y participaciones en reuniones científicas internacionales, y responsable de las excavaciones del palacio omeya de Amman (Jordania).

Al año siguiente, los primeros resultados de esta intervención fueron expuestos en las XIV Jornadas de Patrimonio Histórico y Arqueología de la Región de Murcia, celebradas del 17 al 21 de noviembre de 2003, y seguidamente publicados por la Dirección General de Cultura.

LA RAYA SIN FRONTERAS [LRSF] tiene ahora el honor de ofrecer un informe más completo del publicado entonces que nos fue remitido por su autor. Durante las conversaciones que mantuvimos con Pedro Jiménez Castillo, este prestigioso arqueólogo, coautor junto a Julio Navarro Palazón de una obra tan capital como Siyâsa (2007), nos narró algunos de los pormenores de su intervención de octubre de 2002 en La Raya, así como la dificultad o más bien impericia por parte de algún responsable en esta pedanía para haber podido ampliar acaso estos sondeos y obtener así unos resultados más preciosos.

Hemos de agradecer profundamente a Pedro Jiménez Castillo el que nos haya remitido este informe en el que aparecen elementos de capital importancia para el conocimiento histórico medieval de esta parte de la tradicional y milenaria huerta murciana, y que publicamos a continuación:


CON MOTIVO de las obras de rehabilitación de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Encarnación de La Raya (Murcia), edificio incluido en el catálogo de patrimonio del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Murcia, se practicaron unos sondeos para comprobar el estado de las cimentaciones, por lo que, de acuerdo con los servicios técnicos de la Dirección General de Cultura de Murcia, se consideró oportuno llevar a cabo la correspondiente supervisión arqueológica.

Los trabajos se desarrollaron durante el mes de octubre de 2002 y consistieron en una serie de sondeos con metodología arqueológica con el fin de reconocer el subsuelo y analizar el estado de la cimentación del edificio para determinar las causas reales de las patologías que presenta. Los cortes que se han efectuado fueron cuatro en total y sus dComprobar ortografíaimensiones fueron de:

C1 = 1 x 1 m
C2 = 1 x 1 m
C3 (irregular) = 2’80 x 5’30 m aprox.
C4 = 2’44 x 1 m

Aunque, tal y como estaba previsto, se llevaron a cabo de forma manual, con el fin de obtener una lectura pormenorizada de las diferentes unidades estratigráficas y constructivas y su relación entre sí, la angostura de los sondeos y la presencia de los cimientos de la iglesia actual limitaron considerablemente la actuación arqueológica, por lo que se consideró que no era necesaria la presencia continuada de un técnico a tiempo completo y que bastaba con una supervisión por parte de un arqueólogo, tarea de la que se ocupó el autor de este informe.

A pesar de la modestia de la intervención, los resultados fueron muy satisfactorios, tanto desde el punto de vista arquitectónico como del histórico. Por un lado se pudo comprobar el buen estado de las cimentaciones del edificio, una construcción del siglo XIX; por otro, se documentaron algunos restos arquitectónicos del primer templo, una obra de mediados del siglo XVI, y se hallaron materiales de época islámica que permiten pensar que en este lugar existió una alquería antes de la conquista castellana en el siglo XIII.

Torres Fontes explica que en la Quinta Repartición de Alfonso X en el siglo XIII le fueron concedidas al prohombre aragonés don Bernal Vidal, con carácter de donadío, las alquerías de Alffors (Alfox) y Benimagnet, con un total de ochocientas tahúllas, valoradas en trescientas cinco alfabas; ésta última debía estar localizada en la vecindad de Alfox, a lo largo de la acequia del mismo nombre.

Según Torres Fontes, en el siglo XIII se levantaban en las cercanías de la acequia Alfox las torres de Bernardo Rayat y de Miguel Gisbert, siendo Alffors (Alfox) el topónimo que aparece en el Repartimiento.

1. La iglesia parroquial de La Raya

La pedanía de La Raya está a cuatro kilómetros de Murcia en dirección a Alcantarilla. Se encuentra en la margen izquierda del río Segura, muy próxima a éste, beneficiándose de las acequias de Alfox (Raya o Puxmarina), Benabia, Benialé y Menjalaco.

En 1545, después de la desastrosa riada de San Lucas, el propietario de estas tierras, don Rodrigo Puxmarín y Soto, decidió fundar La Raya, después de construir un malecón para proteger el lugar de futuras avenidas, que estaba situado al oeste del actual núcleo de población y que aún hoy es visible. El lugar elegido parece haber dispuesto de unas condiciones favorables, pues estaba ligeramente sobreelevado, atravesado por la mencionada acequia y junto al Camino Real de Andalucía, que va de Murcia a Granada pasando por Alcantarilla y Lorca. Para poblarla trajo moradores de la cercana Puebla de Soto, que había quedado en manos de su hermana, Catalina Puxmarín y Soto, tras el reparto de la herencia de su abuela materna, dándoles una cuarta de tahúlla (casi 280 metros cuadrados) a cada uno de los primeros 37 pobladores, para que edificaran sus casas, “quitando della lo que es menester para calles”.

En la escritura de fundación se establecieron no sólo los derechos señoriales, entre los que se cuentan los monopolios tradicionales del horno, carnicería y mesón, sino que incluso se estipula la forma de la vivienda, que deberá tener, además de una sala y una cocina, un patio cercado por tapias, destinado al creciente y rentable cultivo del gusano de la seda.

La construcción de la iglesia primitiva corrió a cargo del propio Puxmarín, quedando finalizada en 1549. En 1566 concedió los terrenos del señorío y la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación a la Orden de San Jerónimo para que fundara un monasterio, proyecto que no se consolidó.

El templo de mediados del siglo XVI fue objeto de remodelaciones parciales hasta finales del siglo XIX, en que se reconstruyó de nueva planta. El edificio original contaba con cuatro capillas que fueron añadidas en diferentes épocas: la primera en construirse fue la de Nuestra Señora de los Remedios, en el siglo XVII; en la centuria siguiente se levantarían la de los Dolores (1713) y la de San Antonio (1739) y la última en erigirse fue la del Rosario. Aunque el Libro de Fábrica del templo no se conserva, sabemos, gracias a algunas notas marginales de los libros parroquiales, que en el siglo XVIII se llevaron a cabo otros importantes añadidos: en 1713 se construyó el camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno; entre 1744 y 1745 se enlosó el pedestal del altar mayor después de colocarse el retablo de madera; en 1744 se edificó el coro y en 1745 se obró la sacristía.

A fines del siglo XIX el templo se hallaba en muy mal estado, razón por la cual en 1884 se desprendió una cornisa del interior en mitad de un oficio, lo que ocasionó la muerte de un vecino. Este grave accidente impulsó la reconstrucción completa de la iglesia, que se inició en el año 1897 con la demolición del viejo edificio con la excepción del campanario, concluyéndose dos años después. El nuevo templo es de autor anónimo, aunque en algunas publicaciones recientes se viene atribuyendo erróneamente al arquitecto murciano José Ramón Berenguer. Este edificio es el que tras diversas reformas, especialmente en los años sesenta y setenta del siglo veinte, ha llegado hasta nuestros días.

1. La estratigrafía

El corte 1, situado fuera del templo en el interior de un edificio anexo levantado en los años sesenta del siglo veinte, presentó una estratigrafía distinta a la de los demás sondeos, caracterizándose por la potencia de unos cimentos de piedra y cemento que abarcaban toda la superficie del corte y que desaconsejaron profundizar por debajo del nivel superficial.

Los otros tres sondeos, como decíamos, permitieron alcanzar en algunos casos los 2 metros de profundidad, mostrando, hasta donde era posible cotejarlo, una estratigrafía similar. En términos generales podemos decir que en los tres cortes se pudo documentar restos de cimientos del edificio anterior, situados a muy pocos centímetros bajo el suelo actual y amortizados por un estrato de tierra gris oscura, suelta, con algo de escombro, especialmente ladrillo, restos de cal o yeso y abundantes huesos humanos revueltos. Se trata, a nuestro juicio, de un estrato de nivelación ocasionado a fines del siglo XIX con motivo de la construcción del nuevo templo. Las evidencias de las cimentaciones del edificio preexistente demuestran que el nivel de suelo de éste se hallaba a una cota similar a la del actual, si no más alta, dado que no se ha conservado resto alguno de pavimento o de acabado en los muros que denote que se trataba de alzados.

Desgraciadamente este primer estrato no ha proporcionado restos muebles que permitan fecharlo, con independencia de dos fragmentos de cerámica, uno perteneciente a una marmita globular vidriada y otro a una jarrita pintada al manganeso. El primero es de cronología imprecisa dentro de época moderna y se podría fechar entre el siglo XV y el XIX, mientras que el segundo pertenece a un tipo de recipientes bien conocidos, que se podrían fechar en los siglos XIII-XVI. Piezas de este tipo han sido halladas y publicadas en la excavación de la plaza de Santa Eulalia, en la ciudad de Murcia, dirigida por Aragoneses[1], en el alfar de plaza de Yesqueros[2] y en el paraje del Raal (Fuente Álamo)[3].

Los cimientos en cuestión están excavados en un nivel de aluvión, de textura arenosa y color ocre, en el que no se distinguen restos constructivos pero que ha proporcionado un pequeño conjunto de materiales de época islámica. Entre ellos podemos destacar la presencia de un borde exvasado de ataifor, similar a los hallados en el yacimiento de Siyâsa (Cieza) y en el pozo de San Nicolás de Murcia, con cubierta vítrea verdosa; dos tapaderas, una convexa con apéndice central y otra plana, un fragmento de alcadafe cilíndrico con decoración a peine, etc., que apuntan a una cronología de los siglos XII-XIII[4].
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[1] JORGE ARAGONESES, M. Museo de la muralla árabe de Murcia, Madrid, 1966.
[2] ROBLES FERNÁNDEZ, A. y NAVARRO SANTA-CRUZ, E. Arquitectura doméstica y alfarería mudéjar en el arrabal de la Arrixaca: memoria de la intervención realizada en un solar de la plaza Yesqueros-calle Toro (Murcia). En: Memorias de Arqueología, 9 (1994), 1999, p. 571-600.
[3] BERROCAL, Mª C., VIDAL NIETO, M. y ANDREU MARTÍNEZ, M. A., Excavación arqueológica de urgencia en el paraje del Raal. Las Palas (Fuente Álamo). En: Memorias de Arqueología, 9 (1994), 1999, p. 259-385.
[4] NAVARRO PALAZÓN, J. y JIMÉNEZ CASTILLO, P. La producción cerámica medieval de Murcia. En: C. M. Gerrard, A. Gutiérrez y A. Vince (eds.). Spanish medievals ceramics in Spain and the British Isles, British Archaeological Reports International Series 610, Oxford, 1995, p. 183-212.


Ilustraciones: Arriba, planta del templo con la situación de los sondeos y estructuras halladas. Cerámicas halladas. Abajo, ataifor, marmita, y jarrita.

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