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¿Y dónde aparcó su mula José? / por Juan G.Bedoya

Lo que se sabe de Jesús cabe en unas líneas. El resto es leyenda, mito, teología

ES cosa de risa, supongo. En todo debate religioso –sobre todo, en torno al fundador cristiano- suele haber más fe que razón, pero estas navidades han sido dignas de una película de los Monty Python. Volvamos a La vida de Brian y se acabó la discusión. La disputa sobre si alguno de los reyes magos (¿cuántos fueron, por cierto, si es que existieron?) era una mujer, y sobre sus vestidos y regalos, e incluso si hicieron el famoso viaje desde Oriente hasta Belén a caballo o en camello, no da para más. La madre del pobre recién nacido llamado Brian lo despacha en una escena genial: “¿Magos, ustedes, y acabáis a las dos de la mañana en una cuadra? ¡Fuera, fuera!”, les grita. “Traemos regalos, señora”. “¡Haberlo dicho antes!”. Cuando los magos se van por donde han venido, la madre le dice al padre: “Estaban como cabras, pero fíjate lo que nos han dejado”.

En el relato evangélico, por cierto, no hay padre, nunca aparece José en esa escena del pesebre, el buey y el asno. Peor aún. Ni siquiera hubo burro ni pesebre, si hacemos caso al tercer tomo de la biografía de Jesús escrita nada menos que por el papa emérito Benedicto XVI, uno de los grandes teólogos católicos con el nombre civil de Joseph Ratzinger (La infancia de Jesús, Editorial Planea. 2012). Recuerden el lío. Mejor dicho, releamos las ironías que se publicaron, también en torno a la afirmación de que Jesús nació en Belén, y no en Nazaret, como sabe todo historiador que se precie. El propio Ratzinger entra en materia: “Nazaret no era un lugar que hubiera recibido promesa alguna. Por eso, la respuesta que un futuro discípulo de Jesús, Felipe, ha dado a su compañero Natanael cuando este le comunica que aquel de quien escribieron los profetas lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret. Pero, ¿de Nazaret puede salir algo bueno?, replica Felipe”. Entre los evangelistas canónicos, Mateo y Lucas escriben que Jesús nació en Belén, y Marcos y Juan afirman que su venida al mundo ocurrió en Nazaret.

Dos tuiteros reflexionaron entonces con la misma gracia que ahora, o casi, en medio del belén que se armó, también, con las dudas sobre si había, o no, bueyes y burros en el dichoso establo. En España existe esta expresión —¡Y se armó el belén!— para definir escandaleras de este tipo, que desatan en las redes sociales execraciones o bromas sin cuento. “¿Para qué nacer en Lepe, pudiendo ser de Bilbao?”, decía uno. Contestaba otro: “Seamos universales: ¿para qué ser de Idaho pudiendo nacer en California?”. Un tercero pregunta: “¿Y dónde aparcó su mula José? ¿O es que la virgen María, a punto de parir, tuvo que viajar a patita de Nazaret a Belén?”.

En realidad, al papa Ratzinger le importaba poco el debate sobre los hechos. Partiendo de su idea de que se saben pocas cosas sobre Jesús, le motiva más el que los hechos coincidan con profecías de la Biblia. Si no coinciden, peor para los hechos. Si Jesús hubiera nacido en Nazaret, una pequeña ciudad de Galilea antes de él sin ninguna celebridad, ¿cómo casar el que descendiese de la casa de David? También se derrumbaría con estrépito la larga genealogía de José, el padre legal de Jesús, que remonta hasta Adán pasando por David y Salomón. El fundador del cristianismo, qué menos que emparentarse con reyes y compararse con el emperador Augusto.

Sobre Jesús hay cientos de miles de libros y en torno a 10.000 biografías consideradas serias. Es lógico si se tiene en cuenta que su nacimiento, pese a tener fecha dudosa, parte en dos la historia de una porción del mundo desde que el monje Dionisio el Exiguo propuso en el siglo VI —y el Papa impuso— reemplazar la cronología romana, que contaba los días a partir de la fundación de Roma, por una cronología cristiana. Desde entonces, se cuentan los años por un antes y después de Cristo, aunque Dionisio se equivocó algunos años en sus cálculos. Jesús no escribió una línea y sus evangelistas (portadores de buenas noticias) no llegaron a conocerlo. Tampoco escribió Sócrates, pero el ateniense tuvo como biógrafos a Jenofonte y a Platón. Así que lo que se sabe de Jesús cabe en unas líneas. Que existió. Que era de Nazaret. Que fue un predicador incendiario. Que suscitó el odio de los jefes judíos, que lograron que el gobernador de Judea, el romano Poncio Pilato, lo condenara a muerte. Que fue crucificado a las afueras de Jerusalén. Que se dijo después que había resucitado. El resto es leyenda, mito, teología.

Pongamos los Reyes Magos. Ni siquiera se sabe cuántos fueron. El Evangelio de Mateo dice que tres; en la Iglesia siria tuvieron una docena (reflejo de los 12 apóstoles y las 12 tribus de Israel), y en la copta contaron hasta 60. Según el escritor Jesús Bastante, en los dos primeros siglos solo fueron magos. Cuando la práctica de la magia le pareció pecaminosa a la jerarquía del cristianismo romano —¡la de brujas que mandó quemar!—, pasaron a ser reyes, los Reyes Magos. Tres. El primero que los convirtió en reyes fue Tertuliano, quien descubrió en el Antiguo Testamento un pasaje que aseguraba que unos reyes acudirían a ver al Mesías poco después de su nacimiento. San Agustín, basándose en evangelios apócrifos, indicó que los magos habían llegado hasta Belén en dromedarios.

Hasta el siglo XVI, los reyes magos fueron todos de raza blanca. Por necesidades ecuménicas, el Vaticano se vio forzado a identificarlos con los tres hijos de Noé, las tres partes del mundo conocido y las tres razas que lo ocupaban hasta entonces. Así, Melchor, europeo, simboliza a los herederos de Jafet; Gaspar, asiático, a los semitas; y el rey negro Baltasar, a los camitas o africanos.

Respecto a los belenes con sus animalitos y el pesebre, fue san Francisco de Asís el primero en construir uno en la Navidad de 1223. Era una casita de paja a modo de portal, que subrayaba el nacimiento de un Jesús pobre entre los pobres. La imponente autoridad moral del franciscano, patrono de los animales y que da nombre a la gran ciudad de California, extendió pronto el mito por Europa y América.

El fascismo simpático / artículo de Ramón Cotarelo, catedrático emérito de Ciencia Política de la UNED

MADRID (26 oct. 2015). - Han transcurrido treinta y cinco años desde que Bertram Gross publicó su famoso libro Friendly Fascism: the New Face of Power in America, pero su contenido y sus conclusiones son hoy tan vigentes como antaño. El autor caracterizaba con esta fórmula de fascismo simpático la revolución neoliberal y conservadora que arrancó en los Estados Unidos y el Reino Unido a fines de los años setenta y se consolidó en los ochenta durante los mandatos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

La teoría económica de matriz neoclásica, monetarista, centrada en la oferta, desreguladora, enemiga del consenso del Estado del bienestar se llamó Reaganomics en los EEUU y Thatcherism en el RU. Y está perfectamente retratada en esta expresión del "fascismo simpático". ¿Algo más simpático que un actor mediocre de westerns y una dama rígidamente metodista, hija de un tendero? Simpáticos y, en el fondo, fascistas.

Los discursos dogmáticos y rimbombantes del fascismo con su fe en el heroísmo, la pelea, la rivalidad, la conquista y el triunfo, se convierten aquí en las monsergas sobre el espíritu empresarial, la libre competencia, la supervivencia de los mejores, el éxito, el individualismo y la libertad.

En España es lo mismo. La dicharachera Esperanza Aguirre con sus tonterías sobre el mercado libre y la libertad de los agentes suena igual que los discursos de José Antonio Primo de Rivera, y está muy cercana al Rivera actual, razón por la cual le gustaría que desapareciera porque lo ve como un rival peligroso en su mismo pastizal.

En teoría, entre el fascismo de siempre y el fascismo simpático hay una gran diferencia de actitud en cuanto al Estado, pero no es así. Es cierto que los neoliberales españoles abominan del Estado y tratan de reducirlo a su mínima expresión, descapitalizándolo, dejándolo sin servicios públicos para decir después que no funcionan para suprimirlos o privatizarlos. Pero luego viven todos de parasitar el Estado. Esperanza Aguirre no ha trabajado casi nunca en la empresa privada pues lleva toda su vida en cargos públicos, cobrando del erario, como Rajoy o Báñez; o bien de los fondos de la Gürtel, también como Rajoy y otros. Además, también tiene estupendamente colocada en puestos públicos a casi toda su familia. Y, como élla, docenas, cientos de cargos del PP. Hablan mal del Estado, pero viven de parasitarlo.

Lo mismo sucederá llegado el momento con C's. El talante fascista de nuevo cuño, simpático, es evidente en todo cuanto hace y dice Rivera. España no se toca; la Iglesia, menos; la Corona, ni te cuento. Las corridas de toros son una tradición artística y cultural que es preciso preservar frente a la antiespaña, siempre al acecho. Hay que favorecer la industria, lo que quiere decir el capital, reducir los derechos laborales de la gente a la nada y permitir que la exploten hasta recuperar la tasa de beneficio en detrimento de los trabajadores.

El fascismo simpático se presenta con ademanes juveniles, renovadores, partícipe en esa moda de exigir relevos generacionales en todas partes, como si el hecho de ser menor de cuarenta años diera más luces a cualquiera. Tiene asimismo el consabido respeto por la jerarquía, la disciplina y la teórica entrega a una causa. Pero, si se escarba un poco, sale el viejo dogmatismo hispánico. Y lo que sale siempre también es la demagogia de un populismo trivial que habla a los sentimientos de la gente para engañarla mejor.

¿Basta con pedir perdón? Le ha costado ocho años porque el chico no es muy rápido pero, desde que se convirtió al catolicismo en 2007, Blair debe de haber aprendido ya el truco de la casa: no importa lo que hagas, a cuanta gente asesines, cuánto robes, destruyas, cuánto daño hagas, cuánto mientas y cuán canalla seas. Te arrepientes, dices tus pecados a un confesor, cumples la penitencia (que suelen ser unos avemarías) y quedas limpio de polvo y paja, con la conciencia como una patena y listo para empezar una nueva tanda de canalladas.


Once claves para evitar que te manipulen

JOSEPH GOEBBELS fue el Ministro de Propaganda de Adolf Hitler y el verdadero “poder detrás del trono” en el mundo nazi. Se considera el estratega que convirtió a un grupo marginal en un gigantesco movimiento de masas, con las aterradoras consecuencias que todos conocemos.

La cuestionable habilidad de Goebbels fue haber identificado diversos mecanismos de sugestión y haber implementado tácticas de manipulación muy eficaces. En la Alemania nazi los ciudadanos terminaron formando parte de un proyecto político patológico, mientras interiormente se sentían portadores de verdades universales.

Tal vez pensarás que eso es historia. Al fin y al cabo Goebbels murió hace tiempo y los hechos terminaron desenmascarando la locura implícita en el régimen nazi. Pero la realidad demuestra lo contrario. Los esquemas de manipulación implementados en aquella época continúan vigentes y siguen siendo usados en la política para capturar la conciencia de los ciudadanos.

¿Cómo puedes reconocer esas oscuras tácticas?

Repasemos los once principios de la propaganda postulados por Goebbels y así sabrás si coinciden con las prácticas de algunos de los políticos vigentes en la actualidad.

1. Principio de simplificación y del enemigo único: elegir un adversario y recabar en la idea en que éste es la fuente de todo mal. Por ejemplo: “los inmigrantes”, “la derecha” o "la izquierda", "el extranjero", en definitiva, "el otro"

2. Principio del método de contagio: Asociar a todos los contradictores en una misma categoría, desconociendo los matices y poniéndolos en un solo grupo: el del enemigo único. Por ejemplo “los musulmanes” y “los terroristas” o "los emigrantes" y "los delincuentes".

3. Principio de la transposición: Acusar incisivamente al adversario de los errores o defectos propios. El ladrón llama ladrón a su adversario para que cuando éste responda sea percibido como el clásico “ahogado que patalea”.

4. Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña y banal que sea, en un hecho del que depende la supervivencia de la sociedad. Se busca que cada acto del adversario sea visto como sospechoso y amenazante.

5. Principio de la vulgarización: "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, la masa tiene gran facilidad para olvidar".

6. Principio de orquestación: "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también las famosas frases: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad" y "Miente , miente, miente que algo quedará. Cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá".

7. Principio de renovación: Consiste en publicar noticias e ideas que denigren del adversario, en gran cantidad y a gran velocidad. Así el contradictor estará defendiéndose todo el tiempo.

8. Principio de la verosimilitud: presentar información aparentemente sustentada en fuentes sólidas, pero que en el fondo se tergiversa o se muestra parcialmente. De lo que se trata es de crear una gran confusión que los ciudadanos tenderán a resolver por la explicación más simple. "Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil".

9. Principio de la silenciación: se trata de no realizar debates sobre temas en los que no se tienen argumentos y, al mismo tiempo, hacer palidecer las noticias que favorecen al adversario. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".

10. Principio de la transfusión: valerse de los mitos o prejuicios nacionales o culturales para despertar un componente visceral que aliente determinadas prácticas políticas. Que las ideas terminen siendo sustentadas por las emociones primitivas.

11. Principio de la unanimidad: convencer a los ciudadanos de que piensan "como todo el mundo", creando así una falsa unanimidad. El deseo instintivo de pertenecer a un grupo hará lo demás.

El esquema de Goebbels y sus seguidores se complementa con líderes carismáticos y slogans altamente emocionales y muy simples. También con rituales impactantes en donde el color y el sonido son determinantes. Todo esto consigue sumergir a los ciudadanos libres en una especie de hipnosis de la que desafortunadamente terminan despertando cuando ya es tarde.

Alemania contra Europa, el artículo de Juan Torres López censurado por el diario El País

El diario El País ha retirado de su web el artículo "Alemania contra Europa”, firmado por Juan Torres López y publicado en su edición de Andalucía, porque contenía afirmaciones que este periódico considera inapropiadas. El País lamenta que un error en las tareas de supervisión haya permitido la publicación del citado material. Las opiniones expresadas por Torres López solo representan al autor, ha indicado este rotativo. Y así son las de este catedrático y cualquier otro experto que publique artículos en este o en cualquier medio, pues la opinión del medio o de la empresa editora se expresa siempre en el Editorial.

El artículo de Juan Torres censurado es el siguiente:

Es muy significativo que habitualmente se hable de “castigo” para referirse a las medidas que Merkel y sus ministros imponen a los países más afectados por la crisis.

Dicen a sus compatriotas que tienen que castigar nuestra irresponsabilidad para que nuestro despilfarro y nuestras deudas no los paguen ahora los alemanes. Pero el razonamiento es falso pues los irresponsables no han sido los pueblos a los que Merkel se empeña en castigar sino los bancos alemanes a quienes protege y los de otros países a los que prestaron, ellos sí con irresponsabilidad, para obtener ganancias multimillonarias.

Los grandes grupos económicos europeos consiguieron establecer un modelo de unión monetaria muy imperfecto y asimétrico que enseguida reprodujo y agrandó las desigualdades originales entre las economías que la integraban. Además, gracias a su enorme capacidad inversora y al gran poder de sus gobiernos las grandes compañías del norte lograron quedarse con gran cantidad de empresas e incluso sectores enteros de los países de la periferia, como España. Eso provocó grandes déficit comerciales en éstos últimos y superávit sobre todo en Alemania y en menor medida en otros países.

Paralelamente, las políticas de los sucesivos gobiernos alemanes concentraron aún más la renta en la cima de la pirámide social, lo que aumentó su ya alto nivel de ahorro. De 1998 a 2008 la riqueza del 10% más rico de Alemania pasó del 45% al 53% del total, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50% más pobre del 4% al 1%.

Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron (unos 704.000 millones de euros hasta 2009, según el Banco Internacional de Pagos) para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de activos tóxicos (900.000 millones de euros en 2009).

Al estallar la crisis se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran imprudencia e irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes y para ayudarles puso en marcha dos estrategias. Una, los rescates, que vendieron como si estuvieran dirigidos a salvar a los países, pero que en realidad consisten en darle a los gobiernos dinero en préstamos que pagan los pueblos para traspasarlo a los bancos nacionales para que éstos se recuperen cuanto antes y paguen enseguida a los alemanes. Otra, impedir que el BCE cortase de raíz los ataques especulativos contra la deuda de la periferia para que al subir las primas de riesgo de los demás bajara el coste con que se financia Alemania.

Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico. Nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últimos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional.

La tragedia es la enorme connivencia entre los intereses financieros paneuropeos que dominan a nuestros gobiernos, y que estos, en lugar de defendernos con patriotismo y dignidad, nos traicionen para actuar como meras comparsas de Merkel.

Holocausto y memoria en el siglo XXI / por Álvaro Albacete e Isaac Querub

LA DESTRUCCIÓN deliberada y sistemática de un pueblo o grupo étnico se considera desde la perspectiva jurídica internacional el crimen más atroz entre todos los crímenes. Le llamamos genocidio. Un crimen contra la humanidad. Un crimen que nos cuesta entender. Y, pese a todo, ha estado presente de manera repetida, bajo diversas formas, en nuestra historia reciente.

El Holocausto, es decir, el asesinato masivo de judíos en Europa durante la II Guerra Mundial, representa el paradigma de ese crimen contra la humanidad, que tuvo como objetivo el exterminio del pueblo judío. Su sinrazón fue el sustrato sobre el que se acordó la Convención de Naciones Unidas sobre el Genocidio, adoptada en 1948. Por ello, el Holocausto (la Shoa) es un referente necesario para los investigadores de otros genocidios, tanto en la identificación de las etapas de construcción ideológica, como en los métodos de deshumanización, y finalmente en lo relativo a la sistematización del asesinato. Pero, sobre todo, el Holocausto constituye el paradigma sobre el que se miran otros genocidios porque representa sin ambages la intención del exterminio, esto es, el asesinato (individual o masivo) de cada uno de sus miembros, sin excepción.

Esa fue la voluntad del régimen nazi. Asesinaron a los judíos donde pudieron, en sus casas, en la calle, en las montañas, en los campos; los dejaron morir de hambre, de enfermedad o de agotamiento. Y todo eso, en aplicación de una ideología antisemita que establecía una sociedad construida sobre el predominio racial en la que no había lugar para los judíos.

La historia del Holocausto está ampliamente documentada, como muestran los archivos de Yad Vashem (72 millones de páginas de documentación, cerca de 300.000 fotografías y 23.000 objetos). Existen numerosos estudios sobre el Tercer Reich y sobre la ideología que se escondía tras los asesinatos de judíos. Existen testimonios gráficos, sonoros, escritos, de víctimas y de testigos. E investigaciones sobre el contexto político, social y económico en el que se produjo el proceso de exterminio. Y, sin embargo, su conocimiento es todavía insuficiente. Debemos trabajar más y mejor en la educación porque esa es la clave de su conocimiento. La transmisión de la memoria del Holocausto requiere la enseñanza de la historia, pero también la formación en valores que enfaticen el respeto a culturas diferentes, especialmente en el valor de la convivencia como un objetivo en sí mismo. Una labor pedagógica destinada a conocer y reconocer la identidad del otro (en este caso, el hecho judío, y no solo en su vertiente histórica sino igualmente en su realidad presente y su vínculo con Israel), resaltando el enriquecimiento que representa la diversidad de nuestra sociedad e inculcando actitudes de respeto ante la misma.

La dilación como táctica domesticadora / por Ulrich Beck

El nuevo poder aleman en Europa no se basa, como en tiempos pasados, en la violencia como última razón. No necesita armas para someter a otros Estados a su voluntad. Por eso es absurdo hablar de 'Cuarto Reich' [...] Es posible un duelo entre una europea titubeante Angela 'Merkiavelo' y su retador del SPD, Peer Steinbrück, que está descubriendo para sí el papel de un nuevo Willy Brandt europeo. La fórmula de la política europea de Steinbrück podría ser: más libertad, más seguridad social y más democracia… a través de Europa. Entonces podría llegarse, contra todo pronóstico, a una competición entre dos proeuropeos por ver quién da más. O el candidato a canciller Steinbrück consigue dar jaque mate a 'Merkiavelo' en política europea, o gana 'Merkiavelo' y se convierte en la fundadora de los Estados Unidos de Europa.

MUCHOS VEN a Angela Merkel como la reina de Europa sin corona. Cuando uno se pregunta de dónde saca exactamente su poder, se topa con un rasgo característico de su forma de actuar: una capacidad de maniobra realmente maquiavélica. Según Nicolás Maquiavelo, primer pensador que aborda el tema del poder, el príncipe solo debe mantener su palabra política de ayer si le aporta ventajas hoy. Trasladado a la presente situación, la máxima sería: uno puede hacer hoy lo contrario de lo que anunció ayer si eso aumenta las posibilidades de salir elegido en las próximas elecciones.

Merkel luchó durante mucho tiempo a favor de alargar la vida útil de las centrales nucleares alemanas. Pero, después de la catástrofe de los reactores de Fukushima, se desmarcó del uso de la energía nuclear. Desde entonces ha demostrado ser una maestra de la “salvación en el último minuto”. Ayer decía sobre los eurobonos: no, “mientras viva”. Pero hoy encarga al ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, que encuentre una forma de salir de la situación dando un rodeo, y tolera que el Banco Central Europeo conceda créditos a los bancos y Estados colapsados, créditos que, en el peor de los casos, al final también tendrán que pagar los contribuyentes alemanes.

La afinidad política entre Merkel y Maquiavelo —el modelo Merkiavelo, como me gusta llamarlo— se basa en cuatro elementos que se complementan mutuamente:

Primero. Alemania es el país más rico y más poderoso desde el punto de vista económico de toda la Unión Europea. En el marco de la actual crisis financiera, todos los países deudores dependen de que los alemanes estén dispuestos a avalar los créditos necesarios. El maquiavelismo merkeliano consiste en que Merkel no toma partido en el enconado conflicto entre los arquitectos de Europa y los ortodoxos defensores de los Estados nacionales o, más exactamente, en el hecho de que se mantiene abierta a esas dos opciones contrapuestas. Más bien, Merkel vincula —y ahí tenemos el quid más maquiavélico— la disposición de Alemania a conceder créditos con la disposición de los países deudores a cumplir las condiciones de la política de estabilidad alemana. Este es el primer principio de Merkiavelo: cuando se trata de ayuda pecuniaria alemana para los Estados deudores, su posición no es ni un sí rotundo ni un rotundo no, sino un “ni que sí ni que no” dentro del juego por hacerse con el poder.

Auschwitz y Mengele / artículo de M.A. Martínez Pujalte

NUNCA COMO en estos infaustos tiempos de crisis económica tiene más vigencia ante la desmesurada cifra de desempleados que registra nuestro país la inscripción en el idioma de la señora Merkel que figura en la puerta principal de campo de exterminio de Auschwitz: Arbeit macht frei (El trabajo libera), porque, aunque entonces resultase trágicamente irónica, habida cuenta el luctuoso destino que tuvo la mayoría de quienes la traspasaron, hoy con su expresivo laconismo sintetiza el anhelo de millones de ciudadanos que aspiran a un empleo para liberarse del lacerante estigma del paro. También conviene recordar que numerosas empresas germanas, algunas de ellas todavía con nombres conocidos como AEG Telefunken, Siemens, Bayer o IG Farben, se lucraron con el trabajo esclavo de sus presos.

Este mes se cumple el 68 aniversario de la liberación efectuada por el Ejército soviético el 27 de enero de 1945 del tristemente célebre campo de concentración polaco, fundado por el régimen hitleriano. Hace treinta años visité como enviado especial del diario Pueblo este siniestro museo del horror y todavía recuerdo como si fuera ayer el emocionado recorrido que realicé por las alamedas y pabellones del campo, junto con sus hornos crematorios y cámaras de gas, y es que, inevitablemente, dada la magnitud de la tragedia en la que fueron exterminados allí cerca de cuatro millones de seres humanos, procedentes de todos los países ocupados por los nazis, todo lo que aconteció en aquel lugar tiene ribetes dantescos.

El recuerdo de este estremecedor viaje me lo ha refrescado la reciente lectura del libro Mengele: el médico de los experimentos de Hitler, de Gerald Possner y John Ware, una espléndida biografía por su rigor documental y exhaustividad, del más prominente médico de Auschwitz de 1943 a 1945, conocido con el apodo de 'El Ángel de la Muerte' y considerado como el símbolo de la perversión de la medicina en la época del III Reich; alcanzó infame notoriedad por sus atroces experimentos con bebés y gemelos de origen judío o gitano, siempre ávido de confirmar su tesis acerca de la supremacía de la raza aria. Este singular galeno, doctor en Antropología y oficial de las SS, tenía asimismo fama de hombre culto y gran melómano, amante de Bach, Mozart, Verdi, Wagner y muy especialmente de Puccini, pues según algunos supervivientes, lo escuchaban silbar algunos compases mientras hacia la selección de quienes eran aptos para el trabajo o iban destinados directamente a las cámaras de gas.

Errores que llevan al sufrimiento / por Joaquín Estefanía

El 'austericidio' europeo es diferente a la política económica que aplica en EEUU el presidente Obama

LA HISTORIA del Fondo Monetario Internacional (FMI) es, en buena parte, la historia del sufrimiento generado por sus recetas de rigor mortis, aplicadas en cualquier circunstancia a los ciudadanos de numerosos países. La diferencia respecto al pasado (cuando esas recomendaciones se ejercían, sobre todo, sobre América Latina, Asia o África) es que ahora (cuando sus destinatarios son los países europeos y, en algún caso, EE UU), si el FMI se equivoca hace autocrítica y en el pasado no la practicó nunca.

Es lo que acaba de suceder cuando dos de sus economistas más importantes, Olivier Blanchard (economista jefe de la institución) y Daniel Leigh, han presentado el informe titulado Errores en las previsiones de crecimiento y multiplicadores fiscales. En él se estudia el impacto que tiene el gasto de los Gobiernos o el incremento de los impuestos en los resultados económicos de un país, y llega a la conclusión de que las políticas de austeridad recomendadas por el FMI (y otras instituciones, como la Comisión Europea) a países como España, Portugal, Grecia,… subestimaron su impacto en el nivel de paro y en el consumo privado y la inversión. Por tanto, generaron un mayor grado de padecimientos a las poblaciones. Los pronósticos de los expertos del FMI se equivocaron al aplicar un multiplicador fiscal erróneo: creían que por cada euro público gastado de menos o gravado de más se destruían 0,5 euros de actividad, cuando la realidad ha sido que por cada euro retirado se han destruido 1,5 euros. El multiplicador fiscal era mayor de 1.

Este informe de Blanchard y Leigh cierra el círculo de sus aproximaciones en octubre de 2012. Entonces, el FMI presentó sus Perspectivas de la economía mundial, dentro de las cuales había un recuadro que se titulaba ¿Estamos subestimando los multiplicadores fiscales a corto plazo?, en el que se recordaba que cuanto menores sean los multiplicadores, menos costoso será el ajuste, y se concluía, con base en datos de 28 países, que los multiplicadores empleados “sistemáticamente han sido demasiado bajos desde el principio de la Gran Recesión” y los multiplicadores reales “pueden ser más altos, en el orden de 0,9 a 1,7”. ¿Quién se hace responsable de este error que ha conducido a la doble recesión europea, con los resultados conocidos en materia de desempleo, empobrecimiento masivo y mortandad de centenares de miles de empresas?

El concepto de multiplicador es típicamente keynesiano. Lo desarrolló el colaborador de Keynes, Richard Kahn, albacea testamentario del primero y que durante los años treinta fue uno de los pocos economistas que formaron parte del Circus de Cambridge, junto a Piero Sraffa, Joan Robinson, Austin Robinson, James Meade y el propio Keynes. Kahn trabajó en el multiplicador del empleo y la inversión (que Keynes incorporó a su teoría general), un coeficiente que vinculaba el incremento en la inversión pública con el aumento de los puestos de trabajo que se creaban.

Nación y Estado / por Miguel León-Portilla

El federalismo puede evitar la ruptura de países con larga coexistencia

EN NUESTRO NUEVO milenio hay en muchos lugares del mundo movimientos que reivindican, en formas a veces muy violentas, nacionalismos separatistas. En este contexto hay una palabra que puede arrojar luz para comprender esta situación. Dicha palabra es nación.

Aproximadamente hasta fines del siglo XVIII, al igual que nation en francés y en inglés, esta palabra designó a un grupo social o pueblo con un mismo origen étnico, cuyos miembros compartían un gran número de tradiciones y modos de ser, así como una misma lengua. Con esta acepción se habló, entre otras, de la nación escocesa, catalana, vasca, borgoñona, corsa, y, en el caso del Nuevo Mundo, de las naciones indígenas, la maya, la azteca, la quechua y muchas más. El Diccionario de la Real Academia Española la registra con tal significado en su cuarta acepción.

Tiempo después, coincidiendo casi con el cambio dinástico en España, es decir, de los soberanos de la Casa de Austria a los Borbones, el término nación fue adquiriendo connotaciones que lo aproximaron a la significación de la palabra Estado. Este se entendió como entidad integrada por un grupo social numeroso, establecido en un territorio y formando una unidad política, con su propio Gobierno que ejerce sus funciones de acuerdo con sus leyes. En tanto que eso sucedía, la misma palabra nación fue perdiendo elementos de su antigua significación, como el de grupo étnico, en posesión de tradiciones y costumbres en común, religión y aun lengua, ya que pudo aplicarse a Estados plurilingües y multiculturales. Estos habían surgido debido a distintas causas. Unas veces —como ocurrió en España— debido a alianzas matrimoniales, cual fue el caso de los reinos de Castilla y Aragón y cuanto uno y otro comprendían, como Cataluña en el caso de Aragón, y León en el de Castilla. Otras veces, por asociación de antiguas naciones, como sucedió en la Confederación Helvética, que abarcó a pueblos de lenguas distintas: alemana, francesa, italiana y romanche. Y también surgieron entidades plurilingües y multiculturales como consecuencia de conquistas. Esto se produjo en el Nuevo Mundo. Más tarde, consumada la independencia de los países hispanoamericanos, las naciones indígenas quedaron subsumidas dentro de ellos, convertidos ya en repúblicas soberanas. Al referirse a dichas repúblicas se les llamó tanto Estados como naciones. Así, se dijo la nación mexicana, peruana, chilena. Reflejo de ese cambio de significado de la palabra nación se dio al establecerse organizaciones como la Liga de las Naciones y la Organización de las Naciones Unidas. Y con el mismo sentido que equipara lo nacional a lo estatal, se han acuñado expresiones como las de “lengua nacional”, “Asamblea nacional”, “soberanía nacional” y “nacionalidad”.

De esta suerte, las palabras Estado y nación llegaron a tenerse en la práctica como sinónimas. Esto, que parecería resultado de una mera evolución semántica, tiene en el fondo implicaciones muy complejas y hondas. En Francia, como en otros países europeos, entre ellos España, su integración no implicó originalmente la homogeneidad cultural y lingüística de su población. Así, en Francia coexistieron los bretones, alsacianos, normandos, vascos, occitanos y otros. En España, el mosaico de los diferentes grupos —considerados históricamente como naciones— abarcó a los castellanos, leoneses, aragoneses y catalanes, vascos, gallegos y otros.

El mito de las reformas en Alemania / por Holm-Detlev Köhler

Un empresario alemán aprovecha los momentos de coyuntura económica expansiva para invertir en nuevos equipamientos y tecnologías, que le permiten mejorar la productividad de su empresa y la competitividad de sus productos, y pacta con los sindicatos medidas de reducción de jornada y de formación continua en tiempos de crisis, que le permiten retener mano de obra cualificada. Mientras, un empresario español contrata en épocas boyantes mano de obra barata a través de contratos temporales, lo que no le permite mejorar ni en productividad ni en competitividad, y después opta por el despido masivo y se aprovecha de la crisis para exprimir a los empleados restantes.

UN FANTASTAMA RECORRE Europa: Alemania va bien porque hizo las reformas estructurales necesarias a tiempo y ahora toca a los países en crisis hacer lo mismo. Así vende Angela Merkel la Agenda 2010 de los años 2003-05, llenando de orgullo a su antecesor socialdemócrata Gerhard Schröder, que se siente ahora como auténtico artífice del 'milagro del empleo alemán'. El presente artículo pretende desmitificar este discurso tan imponente en dos pasos. Primero aclaramos los verdaderos efectos de las reformas para después analizar las auténticas fortalezas de la economía alemana.

Durante dos décadas, Alemania figuraba en la opinión pública como el paciente enfermo de Europa, con altos gastos sociales y costes laborales, un mercado laboral muy rígido y estructuras corporativistas con una amplia participación de los agentes sociales en la gestión pública. Frente a esta situación alarmante el gobierno de Schröder aprobó a finales de 2002 la famosa Agenda 2010, también conocida como reformas Hartz en alusión al presidente de la comisión de expertos Peter Hartz, amigo de Schröder y jefe de personal de la multinacional Volkswagen, condenado en 2007 a dos años de cárcel por varios delitos de corrupción y sobornos al comité de empresa en forma de viajes de lujo a Brasil con prostíbulo incluido a cargo de la empresa.

Las cuatro leyes Hartz consistieron en la creación de Agencias de Servicios Personales en las Oficinas de Empleo (Hartz I); el fomento del autoempleo y los 'mini-empleos' con sueldos inferiores a 400€ al mes carentes de contribuciones sociales (Hartz II). Las oficinas de empleo se convirtieron en job-centers para sus 'clientes' (parados) (Hartz III). Por último, el sistema de prestaciones por desempleo sufrió una importante reestructuración, reduciéndose los beneficios contributivos y fusionándose el sistema de subsidios para desempleados de larga duración con otras ayudas sociales no contributivas para personas sin ingresos (Hartz IV).

¿Cuáles han sido los resultados de la Agenda 2010? El efecto más inmediato y profundo ha sido la dualización del mercado de trabajo con un amplio sector de mini-empleos y empleos subcontratados (más de siete millones de personas) con grandes dificultades de inserción en el mercado laboral regular. Cada vez más personas quedan atrapadas entre empleos por 1€/hora, mini-salarios subvencionados y la vuelta al paro, mientras en el otro mercado laboral la carencia de profesionales cualificados atrae a los nuevos inmigrantes bien preparados y se ha convertido en un serio problema para una economía que gozaba antes del mejor sistema de formación profesional del mundo. Se calcula un porcentaje mayor del 20% de los asalariados alemanes pertenecientes a la categoría de trabajadores pobres, un altísimo valor en el marco europeo y una brecha salarial y social desconocida en la Alemania de la post-guerra. Más desigualdad y más pobreza en medio de una economía boyante es el efecto principal de las famosas reformas.

Otros efectos han sido una gestión cara y caótica en los nuevos job-centers con personal no preparado y desbordado por las nuevas demandas; una inseguridad jurídica que ha generado miles de demandas judiciales, más de 50 decretos correctores de errores y dos sentencias del Tribunal Constitucional en contra de artículos de las leyes reformistas. Gran parte de las medidas introducidas han sido abandonadas por defectos jurídicos o por disfuncionalidades prácticas. Así, las famosas reformas estructurales del Gobierno alemán han tenido efectos socioeconómicos, administrativos y jurídicos nefastos y representan la mayor chapuza jamás aprobada por un parlamento de la República Federal de Alemania.

¿De dónde viene entonces la relativa buena marcha actual de Alemania? Realmente, la economía alemana contradice las certidumbres más firmemente establecidas de la ciencia económica: no es una economía de servicios, sino industrial. El sector servicios se articula alrededor de un fuerte núcleo industrial; no es, tampoco, una economía de nuevas tecnologías, sino de sectores de intensidad tecnológica media; no es una economía con un mercado liberalizado, antes bien, este se encuentra densamente regulado; además, se trata de una economía con altos costes salariales e impuestos relativamente altos, con sindicatos influyentes y mucha intervención pública.

La cueva de Alí Babá y los 40 calvinistas / por Xavier Vidal-Foch

CON LAS excepciones honestas de rigor, la gran banca internacional, europea y norteamericana, se ha convertido en la cueva de Alí Baba y sus cuarenta ladrones.

Primero fue la británica Barclays, que pagó su conducta corrupta incluso con las dimisiones de su presidente y de su consejero-delegado, el lenguaraz Bob Diamond.

Ahora es UBS, la antigua expulquérrima Unión de Bancos Suizos, la que debe pechar —tras pacto con las autoridades financieras estadounidense, británica y suiza— con una multa preventiva multimillonaria.

Ambas entidades —y otras, hasta una treintena: pronto llegarán al gigante Deustche Bank— cooperaron presuntamente en la estafa del siglo, eso sí, discreta, suave, mullida, silenciosa... Ríete tú de las preferentes, de las hipotecas con tipo desorbitado o desahucio exprés en caso de impago o de las indemnizaciones supernumerarias a los directivos de ciertas cajas.

Manipularon a placer el líbor, el índice que cuantifica el tipo de interés de los préstamos interbancarios de la City. Sí, ¡ay!, de esa perfumada City que David Cameron protege de la taimada supervisión bancaria europea a cargo del Banco Central Europeo (BCE).

¿Cómo lo hicieron? Fácil, por el mecanismo del sube-o-baja. En apretado resumen: empujando el líbor al alza cuando antes de la crisis había demanda y podían conseguir tipos más golosos para los préstamos que ofrecían; y a la baja cuando los bancos, ya ante la picota pública y con la demanda baja, les convenía lo contrario, endeudarse al menor tipo de interés posible.

La primera lección de esta historia es también sencilla. La autorregulación bancaria, como control teóricamente mejor que el excesivo intervencionismo de la regulación pública, ha resultado un engaño.

La primera lección es sencilla. La autorregulación bancaria ha resultado un engaño.

Un nuevo pacto social europeo / por Joaquín Estefanía

DURANTE LA MAYOR parte del siglo XXI India será la economía más grande en términos de población, China en cuanto a la producción y EE UU el país más rico entre las principales economías en términos de renta per cápita. Así se describen las principales tendencias en la actual centuria en el libro Una nueva época: los grandes retos del siglo XXI, de los economistas Emilio Ontiveros y Mauro F. Guillén (Galaxia Gutenberg), un análisis de prospectiva que supera el ámbito especializado de la economía.

En este mapa no aparece Europa, la vieja Europa. Por primera vez en la historia, varios países han invertido sus pirámides de edad, teniendo más personas mayores de 60 años que menores de 20, más gente vive en las ciudades que en el campo y más personas padecen de obesidad que de hambre. Ello genera cambios sociales muy sustantivos, entre ellos los relacionados con el Estado de bienestar y sus programas más importantes, la educación, el desempleo, las pensiones y la sanidad. Los autores del libro entienden que las mayores tasas de dependencia y el envejecimiento de la población “harán más difícil mantener los beneficios en los niveles actuales”.

El analfabetismo religioso / Por Juan G. Bedoya

España, un Estado laico, qué sarcasmo. Aquí se confunden actividades y fines religiosos y estatales. Se incumple el principio de neutralidad: el jefe del Estado nombra al arzobispo castrense con rango de General de División. Los obispos triunfan al lograr que el PP suprima Ciudadanía

VENGAN leyes. Estatuto de Centros, LODE, LOE, LOGSE, LOCE, LOMCE… Dice un axioma militar que órdenes y contraórdenes sobre un mismo escenario producen siempre el caos. El desorden. Después de décadas de enseñanza religiosa en mano de docentes de catolicismo seleccionados por los obispos, pero contratados y pagados religiosamente (nunca mejor dicho) por el Estado, nadie duda del derrumbe de la cultura cristiana. Incluso lo afirma la Conferencia Episcopal, que acaba de hablar de “emergencia educativa”. La jerarquía piensa incluso que España “necesita ser misionada”. A ese precipicio les ha llevado su “escuela cristiana”.

Es lógico que los obispos clamen al cielo por esta situación y presionen al Gobierno de Rajoy —uno de los suyos— hasta el colmo de sus deseos. La perplejidad es mala consejera. El analfabetismo religioso de los jóvenes no se despacha volviendo a un modelo tan estrepitosamente fracasado. Si hacemos caso al mismísimo Benedicto XVI, la antaño Reserva espiritual de Occidente, gobernada moralmente por la Iglesia católica (el sucio contubernio nacionalcatólico, de 1936 a 1975), es hoy una viña devastada por los jabalíes del laicismo y el ateísmo. ¿Cómo ha sido posible, si esta confesión está siendo tratada con mimo y privilegios, incluso por Gobiernos que se han dicho laicos y de izquierda? Es misterio que debería hacerse estudiar el episcopado.

Además, están las maneras. Reforzar el monopolio que han tenido sobre la moral y la ética de millones de estudiantes deja en muy mal lugar principios de los que los políticos gustan de presumir. También sufre la verdad. Los obispos se comportan como esas fortalezas sitiadas que tienen el enemigo fuera pero también intramuros. Aquí se ha oído de todo, en la prensa católica y fuera. Nada ha sobrado para convencer al Ejecutivo de que no había más remedio que atender las pretensiones de las sotanas. Que si el PP asumía los principios socialistas (incluso aquella tontería que hizo escuela: “Más gimnasia y menos religión”); que si Zapatero convirtió “en héroes a los alumnos que querían clase de religión”, que si la crisis se ha podrido por falta de formación católica...


La deuda de la banca: La carta del suicida / artículo del historiador Josep Fontana

Tenemos derecho a exigir al Gobierno que explique qué vamos a pagar y quiénes son los culpables. Ha llegado el momento de empezar a pedir cuentas

EL DISCURSO en que el señor Rajoy ha anunciado su nuevo plan de recargos y recortes parece la carta de un suicidio anunciado a dos o tres años vista. Porque no puede pretender que le creamos cuando afirma que estas medidas van a conseguir un aumento del empleo, cuando todas están encaminadas a obtener dinero para que el Estado pague sus deudas -no las nuestras, sino las de la banca- a costa de reducir el consumo de los españoles (cuesta poco imaginar la alegría de las próximas compras de Navidad y Reyes, con los precios en aumento y los funcionarios sin paga extra).

Teniendo en cuenta que es opinión unánime de los economistas medianamente sensatos que la reactivación del consumo es una condición necesaria para la recuperación del empleo, está claro que las medidas adoptadas, en viernes y 13, por el Consejo de Ministros conducen al aumento de un paro que resulta ya difícilmente soportable. La coincidencia entre el discurso de Rajoy y la manifestación de los mineros, a poca distancia del Congreso, pone de relieve la naturaleza del problema: porque ni un solo euro del préstamo bancario se dedicará a crear un puesto de trabajo, ni para los mineros, ni para nadie. Estos recursos están destinados solo a sanear la banca. Pero, ¿por qué hemos de sanear la banca?

La crisis ha venido para quedarse... para desmantelar el Estado de Bienestar

Fotomontaje que expresa la sabiduría popular.


CUANDO REVIVEN las bíblicas plagas, como la de las vacas flacas -también las hubo locas-, los faraones, ante el miedo de que el pueblo pensase en asaltar sus palacios para adueñarse de las riquezas atesoradas fruto de la rapiña del trabajo y de la misma miseria del pueblo, llaman a sus sarcedotes que, subidos en los altos pedastales de sus templos, miran al cielo, ven acercarse una descomunal tormenta, y anuncian la fin del mundo, de tal forma que las masas, desposeedoras de la ciencia meteorológica, cuando ven que el cielo se torna repentinamente negro y empieza a lanzar relampagos, rayos y truenos infernales, se arrodillan aterrorizados al suelo y bajando sus cabezas expresan con gran pavor su sumisión total al Poder. El engaño surtía efecto inmediato en el Egipto de los Faraones.

Son cinco mil años de civilización, pero, para perpetuarse, el Poder reproduce el mismo mecanismo para mantener al pueblo en la sumisión. trasvasándole el miedo y el terror que anida en quien cree que puede perder lo atesorado. Ahora los sacerdotes del Poder, encargados de administrar las finanzas de esta época de vacas flacas -las hubo anteriormente locas- anuncian que para saldar las deudas que mandaron contraer hay que desmantelar y vender el Estado de Bienestar, y las masas vuelven a tragarse la mentira. La crisis ha venido para quedarse y poner en venta lo que la sociedad ha ido creando y fortaleciendo para su bienestar general. Estamos en el caos, y sólo falta que llegue la banda de música para dar el pasacalles.

Los edecanes del Poder ya se encargan de farfullar de que llega la fin del mundo por culpa del nefando pecado liberal de la democracia, la libertad, el sindicalismo, el socialismo, la España autonómica, la Unión Europa, la moneda única y hasta de los mineros del carbón. Y con ello enmascaran que los ricos deben pagar proporcionalmente los impuestos que les corresponden en un Estado social y democrático de Derecho, que la promoción de la igualdad de oportunidades es una obligación de los poderes públicos, que el derecho a la sanidad y la educación no depende de la cuna en la que nazca un niño o una niña, de que no puede ser cobrada dos veces la misma medicina, de que no pueden cerrarse los quirófanos de los hospitales, despedir médicos y enfermeras, maestras y profesores que con los impuestos se formaron en universidades para atender las necesidades fundamentales de una sociedad democrática y avanzada...

Este sermón acaba con dos chistes. El primero, de cristianos vascos. Un amigo le preguntó a otro: ¡Oye, Patxi, qué ha dicho el cura durante la homilía!, a lo que éste responde: "Pues, que no está de acuerdo". En el segundo, el chenik del pueblo lanza la siguiente pedorrata: ¡Hay que deshacerse de todos los judíos y... de todos los peluqueros! "¿Y de los peluqueros por qué?", pregunta otro energúmeno.

Alemania en la 'Gran Desigualdad' / Rafael Poch *

Rafael Poch.
EL GRAN RETO al hablar de la eurocrisis consiste en insertar apropiadamente a Alemania en la gran crisis de civilización a la que asistimos y en el entramado de lo que se ha venido a llamar la Gran Divergencia. Ese concepto, que aquí rebautizamos como Gran Desigualdad, fue acuñado por el economista y premio Nóbel Paul Krugman en un libro de 2007 que lleva por título The conscience of a liberal. El concepto ofrece la ventaja de que permite al historiador insertar en él la evolución del capitalismo del último medio siglo -como hace nuestro ilustre historiador Josep Fontana en su último libro- que ha llevado al mundo a una desigualdad extrema en la que a una quinta parte de la población del planeta le corresponde sólo el 2% del ingreso global, mientras el 20% más rico concentra el 74% de los ingresos [1].

Resumiendo, la tesis de Krugman que Fontana ha explotado es la de que a partir de los años setenta el Capital perdió el miedo a los factores que perturbaban, y moderaban, su sueño histórico de dominio y beneficio sin concesiones ni fisuras. Es entonces cuando, aprovechando la primera crisis del petróleo de 1973, se comienza a desmontar el pacto social de posguerra en los países del capitalismo central, pacto que incluía una cierta socialización de la prosperidad, lo que a su vez contribuía a ampliar el consumo y a alimentar el crecimiento. A partir de políticos como Carter, Reagan y Thatcher, eso se sustituye por un enfoque dirigido al enriquecimiento exacerbado de una minoría oligárquica: el enriquecimiento de los más ricos a expensas de trabajadores y clases medias.

Los salarios empezaron a contraerse (un 7% en EE.UU desde 1975 hasta 2007), la imposición fiscal a ricos y empresas se redujo, la desigualdad social se disparó, arrancó una ofensiva antisindical y se promocionaron toda una serie de consensos de liberalización comercial. La prevención de la inflación y del déficit fueron colocados en el centro de la agenda económica, lo que apartó definitivamente el keynesianismo de posguerra.

Ojo con los matones que siembran odio y violencia

ANDEMOS CON cuidado a la espera de las elecciones en Grecia -también en la República Francesa y, también, en Egipto-, en unos tiempos en los que los matones ya andan sueltos por las calles de Atenas, generando una atmósfera de miedo general, ante una situación en la que las 'patrullas' neonazis campan a sus anchas, creando un ambiente de violencia, al convertir en algo cotidiano sus palizas a los inmigrantes, a los que estos descerebrados les ponen el sambenito de la culpa de los males de esta infernal crisis financiera y económica internacional. Inmigrantes somos todos.

Y a propósito de esa contra-decisión (que ahora tanto entretiene a los ecónomos y finanzautos que rigen el Régimen) entre recortes o crecimiento, conviene recordar aquéllo de que si bien a veces no hay crecimiento sin poda... Mucho cuidado cuando la renovación viene desde arriba. Ojo, no se confunda poda con tala. Recordemos, pues estos versos de Machado en sus Proverbios y cantares (Nuevas canciones, 2ª parte):
Siempre en alto, siempre en alto.
¿Renovación? Desde arriba.
Dijo la cucaña al árbol.
Dijo el árbol: teme al hacha,
palo clavado en el suelo:
contigo la poda es tala.

Eichmann en la horca / artículo de Álvaro Abós

Se cumplen 50 años de la ejecución del nazi Adolf Eichmann, condenado a muerte en Israel por 15 crímenes contra la humanidad . La utopía, aún en construcción, de una justicia multinacional que persiga este tipo de delitos, se debe en buena parte al proceso de Jerusalén

LA NOCHE del jueves 31 de mayo de 1962, Otto Adolf Eichmann, nacido en Solingen, Alemania, de 56 años, subió al patíbulo en la prisión de Ramala, a 15 kilómetros de Jerusalén. Rechazó la capucha negra que quiso colocarle el verdugo y pronunció sus últimas palabras: “¡Larga vida a Austria, larga vida a Alemania, larga vida a Argentina, nunca los olvidaré!”.

Eran las 11.45 cuando la trampa de la horca se abrió.

Así terminaba, hace 50 años, el proceso contra Adolf Eichmann, principal organizador del exterminio de seis millones de judíos. Un juicio que apasionó al mundo y provocó airadas polémicas. La televisión israelí transmitía en directo las sesiones que, debido a la diferencia horaria, se veían en Estados Unidos a la hora de la cena. Todo había comenzado dos años antes, cuando Ben Gurión, creador del Estado de Israel y entonces primer ministro, ordenó a un comando del Mossad, o servicio secreto, secuestrar a Eichmann y llevarlo a Israel. El antiguo oberstandartenführer vivía en Argentina desde 1950, con identidad falsa. En noviembre de 1959, la Corte Suprema de Buenos Aires había rechazado la extradición, pedida por un land de Alemania, de otro nazi, el doctor Joseph Mengele, médico en Auschwitz, campo de exterminio donde realizaba crueles experimentos genéticos. Argumentó el máximo tribunal que la Constitución argentina vedaba la “extradición por causas políticas”. Ese fallo cancelaba toda posibilidad de extraditar a Eichmann. Pero Israel necesitaba juzgar al arquitecto del genocidio judío, porque los crímenes del nazismo se estaban olvidando y Estados Unidos por entonces se interesaba sobre todo en su enfrentamiento con la Unión Soviética.

El 11 de mayo de 1960, el Mossad secuestró a Eichmann en una calle del barrio de San Fernando, al noroeste de Buenos Aires, y lo transportó a Israel, eludiendo a la policía argentina. El secuestro provocó un gran debate, tanto en la prensa mundial como en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que finalmente emitió una inocua resolución exhortando a Israel a “indemnizar” a Argentina por la violación de su soberanía. Opinaron, entre otros, Bruno Bettelheim y Erich Fromm. Hannah Arendt, ensayista judía nacida y criada en Alemania, donde había sido alumna de Karl Jaspers, fue a Jerusalén como enviada especial de la revista The New Yorker. Debía escribir cinco artículos sobre el proceso. Tras presenciar las primeras sesiones, algo muy profundo se removió en la conciencia de la autora de Los orígenes del totalitarismo. Su memoria recreó la persecución padecida por tantos judíos, incluida su propia familia y ella misma, que había escapado de Alemania con la Gestapo pisándole los talones. Hannah Arendt volvió a Nueva York, donde vivía, pero cayó en una crisis personal y un bloqueo. Solo en 1963 consiguió reponerse, y entonces, además de los artículos prometidos a The New Yorker, escribió las casi 500 páginas de su Eichmann en Jerusalén: un informe sobre la banalidad del mal, uno de los más importantes ensayos del siglo XX. Ese libro, que es también un vívido reportaje sobre el proceso de Jerusalén, introdujo una idea desde entonces instalada en el lenguaje del mundo. Sostiene Hannah Arendt que el mal no necesariamente encarna en psicópatas delirantes como Hitler. Puede también presentarse en envases “cotidianos”, por ejemplo bajo la forma de un señor normal como Adolf Eichmann, buen padre de familia, ciudadano ejemplar y funcionario cumplidor. Estos hombres banales quizás son los peores. ¿Cuántos asesinos de escritorio hemos visto desde 1962?

La gran regresión / por Ignacio Ramonet*

"En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa" (Antonio Machado).

ESTÁ claro que no existe, en el seno de la Unión Europea (UE), ninguna voluntad política de plantarle cara a los mercados y resolver la crisis. Hasta ahora se había atribuido la lamentable actuación de los dirigentes europeos a su desmesurada incompetencia. Pero esta explicación (justa) no basta, sobre todo después de los recientes “golpes de Estado financieros” que han puesto fin, en Grecia y en Italia, a cierta concepción de la democracia. Es obvio que no se trata sólo de mediocridad y de incompetencia, sino de complicidad activa con los mercados.

¿A qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados.

Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real...

Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

No le digan loco, díganle fascista / Víctor Castillo

QUÉ horror los atentados de Noruega. Qué tristeza ver los rostros de nuestros compañeros de Juventudes Laboristas identificados como fallecidos. Qué impotencia ver que a estas alturas se estén propagando peligrosos discursos que trajeron mucho malo hace no tanto.

He sentido muy de cerca esta catástrofe. Son de nuestra organización. Y fue en Utoya, pero podría haber sido en la IUSY que acaba de dar comienzo en Austria, o en Calasparra hace diez días cuando las JSRM estuvimos debatiendo nuestro programa de propuestas progresistas. Da igual, pudo suceder en cualquier reunión de jóvenes con inquietudes de cualquier movimiento u organización.