Accidentado un vecino de La Raya al caer a un agujero de dos metros junto al Molino Batán

El joven Francisco Hernández Sánchez, con collarín y muleta tras el accidente, y una de sus hijas, junto al agujero de más de dos metros de profundidad donde cayó, en la fotografía de Águeda Pérez, que publica el diario La Opinión de Murcia.

Hijo de los ex pedáneos del PP, José Hernández y Rosa Sánchez, se queja de que su tío y actual alcalde del mismo partido, Juan Hernández, no se haya interesado por su salud

LA RAYA, Murcia (13 oct. 2010). - Francisco Hernández Sánchez se encuentra herido después de caer por un agujero de dos metros de profundidad en el camino del Batán de la pedanía murciana de La Raya, que pasa desapercibido para la mayoría de los viandantes por estar cubierto de maleza, así lo recoge hoy la periodista Olga López Torres en un reportaje que publica en el diario La Opinión de Murcia. Según el mismo, durante muchos años llevan los vecinos pidiendo que el Ayuntamiento de Murcia tape esta trampa mortal situada en un lugar transitado por personas mayores y niños, y que da paso al campo de fútbol de la localidad. Se da la circunstancia de que el vecino accidentado, de 27 años de edad, y que en el momento del accidente iba acompañado de su mujer y sus hijas, de corta edad, es hijo de José Hernández y Rosa Sánchez, que han sido alcaldes pedáneos del Partido Popular (PP) del pueblo, y sobrino del actual pedáneo, Juan Hernández, también del mismo partido. Dicho agujero da a la acequia Benavía, que se encuentra soterrada en ese tramo, hijuela de la mayor Alquibla (Mediodía) o Barreras, y que está situado junto al antiguo molino del Batán, propiedad de la familia del accidentado y también destruído, y unas naves propiedad asimismo de la familia. Francisco Hernández muestra su queja porque el actual alcalde y tío suyo no haya mostrado interés por conocer su estado de salud, y también ha solicitado un informe policial para poner una denuncia en el ayuntamiento. Por su interés general reproducimos a continuación el reportaje del diario La Opinión en el que el accidentado narra su accidente y una serie de circunstancias anexas al mismo:

«Menos mal que me pasó a mí y no a mis hijas, porque entonces esta noticia saldría en la sección de sucesos». Así comienza a explicar Francisco Hernández lo que le ocurrió hace un par de semanas. El joven de 27 años salió a dar un paseo después de comer con sus hijas y su mujer por los alrededores de su casa, en el camino del Batán, en La Raya. Una furgoneta circulaba por la carretera y Francisco se orilló en uno de los márgenes para evitar el atropello. En décimas de segundo, el joven de 27 años desapareció. Había caído a un agujero de dos metros de profundidad, que está escondido entre abundante hiedra. Sus hijas pequeñas y su mujer, asustadas, llamaron al Centro de Emergencias 112 y en poco tiempo un coche patrulla de la Policía Local y una ambulancia se desplazaron hasta el lugar.

Francisco reaccionó rápido y se agarró a unas matas de hierba mientras caía, de forma que pudo salir por sí mismo y evitó lesiones más graves de las que tiene, una contusión cervical, esguince de tobillo y magulladuras por todo el cuerpo.

El accidentado conocía la existencia del boquete porque está junto a su casa y, además, desde hace treinta años. Pero por las características del hoyo, oculto entre un espesor de yedra, y por las prisas del momento, al tener que apartarse rápido porque un vehículo pasaba muy cerca de él, no pudo evitar la caída.

El miedo de Francisco es que «si esto le llega a pasar a una de mis hijas las consecuencias podrían haber sido fatales, ya que si caes en una mala postura puedes incluso llegar a matarte», asegura el joven.

El peligro no está sólo en los daños que puede ocasionar el golpe al caer al agujero, de más de dos metros de profundidad. Al parecer, el hoyo conecta con los tubos de una acequia y, cuando la abren, se llena de agua. De esta forma, en caso de que llueva, el agua no se filtra en varios días, y el peligro también aumenta. Francisco explica que en caso de que un niño caiga al agujero, o un anciano, el resultado podría ser su muerte, ya que en caso de que perdiera el conocimiento o aunque pidiera auxilio, nadie lo escucharía, quedaría atrapado sin que nadie se percatara, por lo escondido que está el hoyo. Además si abren la acequia mientras alguien está ahí, existe riesgo de que la corriente lo arrastre, en caso de que sea un niño pequeño, o de ahogarse, aunque se trate de un adulto.

A lo largo de los treinta años que el agujero lleva abierto han tenido lugar varios accidentes, pero ninguno con consecuencias graves. Los vecinos de la zona han solicitado al Ayuntamiento que se ocupe de solucionar el problema en varias ocasiones, según explica Rosa Sánchez, la madre de Francisco.

El padre del joven accidentado, que hace unos años fue pedáneo de La Raya, cerró el agujero con una tapadera de hierro que pagó con su propio dinero, ante el miedo de que ocurriera una desgracia. Hace años la tapa desapareció y, pese al peligro del boquete, ningún pedáneo se hace cargo del problema.

Frente al agujero tapado por la hiedra hay otro, pero es más visible y, por tanto, menos peligroso. Un vecino de Francisco ha colocado un palé encima del hoyo como medida preventiva, aunque no es un remedio definitivo porque se puede apartar sin esfuerzo.

Francisco lleva dos semanas de baja tras el accidente y tendrá que asistir a rehabilitación para recuperarse por completo. «El accidente me ha afectado la salud y no puedo ir al trabajo. Con la situación de crisis actual no es el mejor momento para cogerse la baja». El joven explica que ha solicitado el informe policial, que tardará unos diez días, y en cuanto lo reciba interpondrá una denuncia en el ayuntamiento de Murcia, para que se encargue de cerrar los dos huecos de la carretera lo antes posible. «Las cosas no se arreglan hasta que no ocurre una desgracia», se lamenta Francisco Hernández.

Una trampa que podría ser mortal. - El lugar donde se encuentra el peligroso agujero es muy transitado a pie, sobre todo por ancianos que salen a caminar y por niños, ya que está cerca del campo de fútbol. En invierno, cuando anochece pronto, es aún más difícil ver el boquete y, según explica Francisco, el joven accidentado, pasan críos andando por la orilla de la carretera, pegados al agujero, que tiene una profundidad de dos metros. Además, el hoyo conecta con una acequia, por lo que el riesgo de ahogarse por la entrada de agua del canal y de las lluvias hacen que sea aún más peligroso. El agujero se encuentra exactamente en el carril del Molino del Batán, saliendo de La Raya, cerca del camino del Badén [sic], junto a unas naves industriales. Cerca de la zona no hay muchas viviendas, aunque casi todos los ciudadanos de la pedanía conocen la existencia de este agujero. Los vecinos aseguran que el pedáneo actual, Juan Fernández [sic], que además es tío del joven accidentado, está informado del suceso y no se ha interesado por el estado de salud de Francisco.

3 comentarios:

  1. jajajaja me parto

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  2. anónimo se parte pero fran el que está herido no creo que tanto lo que pasa aqui es que si arreglan el carril del molino seguramente algunas malas lenguas dirian "claro como son familia lo arreglan" entonces en que quedamos es que los rayeros son un poco rarillos. un saludo rayer@s

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  3. ¿Tan difícil y costoso es tapar un agujero? Cuando el padre del accidentado consiguió la alcaldía del pueblo el Ayuntamiento le puso antes de llegar a su casa unos reductores de velocidad en el carril. Los primeros que se vieron en La Raya. El carril del molino está bien asfaltado, y aceras faltan hasta en la carretera que conduce al pueblo y en el resto de carriles. Lo que no se explica es que se denunien "entre ellos mismos", esto suena a chiste.

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