No puede silenciarse el ocultamiento impuesto por Ratzinger a los delitos sexuales de los clérigos

MADRID (16 abr. 2010). - "No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigida por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cadenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia".

Con frases como esta, el teólogo Hans Küng juzga el pontificado de Benedicto XVI en su Carta abierta a los obispos de todo el mundo, ante unos "escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos", y en donde añade: "Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadores".

Küng y Ratzinger fueron, entre 1962 y 1965, los dos teólogos más jóvenes del Concilio Vaticano II. Ahora son los más ancianos y los únicos que siguen en activo. Ratzinger como Benedicto XVI, Küng como catedrático emérito de teología ecuménica en la Universidad de Tubinga (Alemania).

Para Küng, en los cinco años de pontificado de Ratzinger "se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judios", la de "un diálogo en confianza con los musulmanes", la de "reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica", la de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación y el sida", la de "concluir la paz con las ciencias modernas", la de que el "Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica".

Küng señala que "una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio", "apoya con todos los medios la misa medieval tredentina" de espaldas a los fieles, "no lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana", "ha reforzado los poderes contrarios al concilio" y "parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia".

En su carta, les dice a los obispos: "Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar". Y agrega: "Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato".

Küng exhorta a los obispos católicos a: "No callar", "acometer reformas", "actuar colegiadamente" y a "exigir un conclilio". Afirma el teólogo: "La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios".

Texto completo de la Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo, de Hans Küng, publicada en la prensa de todo el mundo, y, en España, en el diario El País (15 abr. 2010), p. 36-37.

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