Adolfo Suárez recibe cristiana sepultura en la catedral castellana de Ávila, después de recibir honores militares





Es enterrado junto a su mujer, Amparo Illana, y a escasos metros del que fue presidente del Gobierno en el exilio de la II República Española, Sánchez Albornoz

ÁVILA / MADRID (25 mar. 2014). - Los restos mortales de Adolfo Suárez González (1932) han recibido cristiana sepultura hoy en el Claustro de la Catedral de Ávila, junto a los de su esposa, María Amparo Illana Elórtegui (1935-2001), y a escasos diez metros de donde está enterrado también quien fue presidente del Gobierno en el exilio de la II República Española, Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984).

El que fuera el político alarife de la actual Democracia Española falleció el pasado domingo en el Hospital Cemtro, de Madrid, y su cuerpo ha sido velado durante las últimas veinticuatro horas en el Salón de Pasos Perdidos del Palacio del Congreso de los Diputados, en la carrera de San Gerónimo.

Antes de que el cortejo fúnebre se dirigiera a su ciudad natal, esta mañana ha recibido honores militares en el centro de la capital de la Monarquía parlamentaria y autonómica, durante un acto en el que su familia ha seguido estando acompañada por los más altos representantes del Estado y miles de ciudadanos.

El cortejo fúnebre, que ha entrado en el recinto amurallado de la ciudad castellana por el Arco del Peso de la Harina, ha estado escoltado por la Policía Municipal y ha recorrido los escasos metros que la separan de la Catedral de El Salvador, habiendo pasado frente a la Escuela Nacional de Policía, cuyo emplazamiento en Ávila impulsó Suárez.

Tras recibir los hijos y nietos del primer presidente de los demócratas españoles el afecto de miles de ciudadanos, que esperaban al féretro en esta mañana de intenso frío en una ciudad de cuyos balcones cuelgan numerosas banderas de España con crespón negro, ha sido celebrado el funeral corpore insepulto del insigne finado político de confesión católica.

El obispo de la Diócesis abulense, Jesús García Burillo, ha dicho del presidente Adolfo Suárez que "su política consiguió que las dos Españas pudieran encontrarse tras décadas de animadversión política y de odio" y que, "con espíritu democrático, trabajó sin cesar por el entendimiento entre los españoles".

También ha recordado monseñor García que "el sufrimiento anidó en su alma por la muerte de su esposa y de su hija y por la profunda soledad que envolvió la última etapa de su quehacer político. Adolfo experimentó el abandono de alguno de sus colaboradores, el abatimiento personal y la ingratitud como respuesta a su entrega" por España.

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