
Que nadie se alarme: estas palabras no se han escuchado en España. No corresponden al presidente del Partido Popular ni a ningún dirigente de ese partido. Rajoy no ha dicho tal cosa ni la dirá cualesquiera que sean las circunstancias. Porque ni lo piensa, ni lo siente ni lo desea.
Son palabras del líder del Partido Conservador británico, David Cameron. Pero podrían serlo de cualquier otro líder de la oposición, sea de derechas o de izquierdas, en cualquier otro país de Europa. Todos ellos han dicho cosas muy similares en estos meses de crisis, y han actuado en consecuencia. Todos, menos uno. En esto, lamentablemente, España sigue siendo diferente.
Que no se puede contar con el PP para colaborar en la lucha contra la crisis es cosa sabida. Porque los dirigentes de ese partido están totalmente ocupados en luchar contra los que luchan contra la crisis, que es el camino por el que esperan alcanzar de nuevo la tierra prometida.
Digamos claro lo que todos sabemos. En la legislatura anterior no se podía permitir que Zapatero lograra un acuerdo que pusiera fin al terrorismo. En esta no se puede permitir que Zapatero consiga sacar a España de la crisis. Los temas cambian, pero el plan es siempre el mismo. Que la crisis dure al menos hasta que la gente tenga que votar es el principio rector, el eje sobre el que gira toda la estrategia política del PP desde el primer día de esta legislatura. No hay plan B, ni políticas alternativas: se trata de que la crisis hunda a Zapatero y para ello hay que seguir echando agua dentro del barco, no ayudar a evacuarla. Hay que atizar el fuego, no ayudar a extinguirlo.
Creo que no vale la pena perder mucho tiempo en consideraciones éticas ni de responsabilidad política. Ni siquiera en lamentos históricos. Esta es la derecha que nos ha tocado y ésta es su forma de actuar. Podemos deplorarlo, pero no sorprendernos. Aquí todos nos conocemos hace siglos.
Sin embargo, lo ocurrido hace unos días en la Conferencia de Presidentes va más allá y merece un comentario singular. Porque allí ya no ha sido sólo un partido político obstaculizando a un Gobierno; lo que vimos el lunes pasado fue a varios gobiernos, a varios presidentes de gobierno negándose a asumir sus responsabilidades institucionales. Gobiernos con obligaciones concretas en materia de gestión económica, de empleo, de políticas sociales y de servicios públicos, complotando para hacer inviable cualquier política de cooperación entre instituciones precisamente en esas materias de las que se supone que deben responder ante sus ciudadanos.
Dicen los que estuvieron presentes en esa reunión que para dar cobertura a su postura los presidentes del PP sacaron a pasear un documento con una lista de propuestas. Un documento que se llamaba precisamente “propuestas del PP” (no de ninguna Comunidad Autónoma, que era lo que allí representaban). Y cuando el Gobierno se mostró dispuesto a aceptar el 80% de ellas cambiaron los rostros, pero no la respuesta.
Dicen los que allí estaban que si el presidente del Gobierno hubiera ofrecido firmar el programa electoral del PP la respuesta hubiera sido idéntica: No. Y yo me lo creo porque sé cómo son.
Dicen que el que allí les marcaba el paso de lo que había que decir y votar era el presidente de La Rioja (supongo que con autoridad delegada de alguien). Lo comento porque es bueno que lo sepan los ciudadanos de Madrid, de la Comunidad Valenciana, de Galicia, de Castilla y León, de Murcia.
Si tomamos las palabras de Cameron como referencia, el PP no está a la altura de lo que su país necesita ni de lo que los tiempos demandan. Pero lo verdaderamente preocupante no es el hecho, sino el motivo: simplemente, han decidido que esto no va de lo que el país necesita y los tiempos demandan. Va de otra cosa. Y que lo lo eficaz, lo rentable y lo provechoso para ellos es hacer precisamente lo que están haciendo.
Fraga se presentó a las primeras elecciones democráticas, en 1977, con el lema “España, lo único importante”. La política de Rajoy, 32 años más tarde, se puede resumir cambiando una sola palabra de aquel lema: España, lo menos importante.
¿Nos limitamos a quejarnos o hacemos algo al respecto? Depende de mí, y de él, y de ella, y de usted, y de usted, y de usted también…
José Blanco es secretario general del PSOE y ministro de Fomento.
El PP no ayuda a salir de la crisis, al PP sólo le interesa el poder
ResponderEliminarHay límites que no se pueden sobrepasar; la responsabilidad es la mínima cualidad para estar en política. En España, el principal partido de la oposición no sólo no tiene una actitud constructiva, sino que es capaz de atravesar la raya del sentido común. Lo que nos está mostrando el Partido Popular en un momento tan crítico, es simplemente un espectáculo. La oposición debe ser crítica, sí, pero también constructiva y ahí es donde no se puede esperar al Partido Popular.
La política es un servicio ciudadano, un servicio público y no un bloqueo que impida tal fin.«Lo que no suma resta», y esto resume la actitud del PP en estos momentos de crisis, tan difíciles para el país,
Esto no es bueno para nadie.
En el análisis de la actuación de los partidos y los políticos ante esta crisis no se puede obviar el papel que juegan los gobiernos regionales, también los gobernados por por el Partido Popular. Afrontar la recuperación de la crisis no se puede hacer con victimismo, con enfrentamiento; se debe conseguir entre todos y asumiendo las responsabilidades que tiene cada uno en el Estado de las Autonomías.
La recuperación económica sería más rápida con la colaboración del principal partido de la oposición y de todos los gobiernos autonómicos. Es tiempo de acordar y arrimar el hombro para salir antes y mejor de la crisis, es tiempo de dejar a un lado las obsesiones de acoso al gobierno con el único objetivo de derribarlo.
Que la crisis dure al menos hasta que la gente tenga que votar es el principio rector, el eje sobre el que gira toda la estrategia política de la derecha desde el primer día de esta legislatura.
La actitud frentista del PP tiene la marca Aznar. Truculento, perdonavidas, sobrao, catastrofista, no hay nada ni nadie al margen de el de ser capaz de hacer algo en la vida, por manirroto, suave y no perteneciente a la clase 'natural' elegida para dirigir el Estado. Antes de que surja el problema es condenado el partido ahora en el Gobierno de España. Cuando el problema es resuelto felizmente, el Partido Popular convierte su necedad en circo.