Se vivía como si nunca se fuera a acabar el festín / Apunte de Al-Furs

SE VIVÍA en el mejor de los mundos, el maná no dejaba de caer sobre las cabezas de todos, nunca se iba a acabar el festín. Los más listos del lugar se lanzaban sobre los espacios a conquistar, como sucedió hace más de dos siglos. Una nueva colonización a través de la industrialización masiva del ladrillo engordaba los bolsillos, y cuando estos rebosaban se les enviaba de viaje a los paraisos fiscales. San Ladrillo o el Caos. Y el Santo se desmoronó hasta el Caos. Dicen los que hablan desde púlpitos y desde altos despachos que la culpa la ha tenido la codicia. Pero quienes alimentaron, facilitaron y condujeron a esta meta donde el mundo se encuentra desorientado, los ideólogos necesarios de la Gran Marcha hacia la Catástrofe acampan a sus anchas, mientras que de las imputaciones se anda a la espera de la trabajosa y larga caminata de la Justicia. Rajoy sólo sabe prometer la profiláxis de los esquemas rígidos, caducos y sucididas del capitalismo neoliberal, el mismo que tiene el derecho de autor de la Crisis actual, el mismo que conduce a la ruina a medio mundo y, que dadas la endógenas caracerísticas de la economía española, produciría efectos debastadores en las masas que se están quedando sin trabajo y en peligro de caer en la marginación. ¿Alguien se imagina hoy en día las decenas de hoteles, campos de golf, puertos de amarre, decenas de miles de viviendas de segunda residencia en construcción en los parajes naturales de La Zerrichera o Novo Carthago, por poner sólo los dos buques insignia del Valcarcelato? En 2008 todavía estaban en esta región empeñados en construir casi un millón de viviendas. Sí, es una cantidad desorbitada, en una región de un millón y medio de habitantes, pero era, oigánlo una vez más: ¡Un millón de segundas residencias! Y las cajas de ahorro, las de aquí y las de fuera de nuestras fronteras patrias, dispuestas a invertir todos los ahorros en los grandes emporios residenciales, a costa de lo que fuera, comprando voluntades, corrompiendo a los políticos, vendiendo apartamentos con hipotecas a cincuenta años. No ya a veinte, sino a cuarenta años. ¡Qué negocio más redondo, cómo engordaron la burbuja! Su codicia era tan grande que no habría agua del Ebro que la saciara. Su megalómano delirio todavía narcotiza como estupefaciente. En Murcia, el diario católico-conservador y filopopular La Verdad ha publicado una encuesta que sigue dando como ganador en esta provincia al Partido Popular. Y Valcárcel a falta de ladrillos, ha cambiado de azada para plantar parados en masa.

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