El gamberrismo político y empresarial de la ultraderecha tardofranquista española

EN UNA sociedad, como la española, que sufre una economía sumergida calculada en ¡¡250.000 millones de euros!! y en la que el pago del IVA en las facturas de determinados servicios y profesionales es una rareza, incitar a una "rebelión" contra la subida de este impuesto por un partido como el 'popular' que gobierna comunidades autónomas y ayuntamientos, que tienen unas deudas públicas desorbitantes a la vez que han subido sus tasas a troche y moche, es una gravísima irresponsabilidad, por cuanto alienta la justificación de no pagar el impuesto y una inducción al delito.

Esta actitud del Partido Popular -como tantas otras- es gamberrismo político, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor recaudación fiscal es a través del impuesto del rendimiento de trabajo de las personas físicas (IRPF), y esa subida del IVA, que seguirá siendo inferior a la media europea, permitirá pagar el paro a medio millón de españoles desempleados en la crisis más terrible desde la de 1929.

Al PP lo único que le interesa es que este país sea ingobernable, que la crisis les catapulte al poder. Hay quien puede pensar que debería de llegar al poder para ver qué haría. Pero en Murcia, Valencia, Madrid... ya se está viendo lo que está haciendo este partido, se conocen sus mayores tasas de paro que en el resto de España, se conocen sus déficits públicos, sus desorbitadas deudas públicas, sus draconianos recortes en los servicios públicos más esenciales.

La reducción de impuestos llevada a cabo por el PP desde 1996 debilitó la estructura fiscal del Estado y la de las comunidades autónomas, que en tiempos de una crisis tan potente como la actual impide dar respuestas más satisfactorias. La defensa actual de una rebaja de impuestos es, simplemente, además de demagógica, imposible.

La actitud del PP es más letal para la economía española que la subida del IVA. Con su actitud destruye la credibilidad de España, debilita más la salida de la crisis. Si el PP gobernara, las calles y plazas españolas se parecerían más a las griegas.

Pero como el PP está en la oposición: en España la jerarquía eclesiástica se manifiesta en la calle en lugar de estar en sus templos; los empresarios pretenden también manifestarse en la calle, en lugar de innovar sus empresas, y los presuntos delincuentes persiguen a los jueces que los procesan. Lo nunca visto en Europa. El tardofranquismo pretende que España siga siendo diferente.