San Esteban, una oportunidad para construir la Murcia Cultural / Esther Herguedas

MURCIA (22 nov. 2009). - Los impresionantes hallazgos arqueológicos de San Esteban se han convertido en un elemento incómodo en el modelo de “Murcia del progreso” del alcalde Miguel Ángel Cámara. No lo tenía fácil el equipo de gobierno del PP para tomar una decisión, sobre todo cuando tantas voces, entre ellas algunas bastante autorizadas, reclamaran su conservación por tratarse de una oportunidad única en nuestro municipio y hasta en nuestro país de contar con un entramado urbano árabe medieval de estas dimensiones.

A lo largo de esta semana hemos estado a la espera del pronunciamiento de la Consejería de Cultura, sabiendo que su decisión y la del Ayuntamiento, aunque encubierta como técnica, era fundamentalmente política. Lo que se decidía no era si los restos eran valiosos o no, este tenía pocas dudas, sino si finalmente se impondrían los intereses económicos de los particulares que tienen sobre el lugar expectativas urbanísticas y que han contado desde el principio con el apoyo incondicional del alcalde Cámara, o si por el contrario prevalecería el Derecho de la ciudadanía a recuperar y conservar una parte irrenunciable de su patrimonio histórico y cultural.

La Murcia del siglo XII-XIII, según R. Pocklington.

La solución de trasladar los restos se mantiene en la tónica de la política del PP que consiste en crear una apariencia de defensa del patrimonio, sostenibilidad, ecologismo, planificación y hasta democracia participativa para encubrir sus actitudes políticas de siempre. Así nos venden vías ciclables por carriles bicis, arrancan árboles en zonas urbanas y hacen campañas de plantación en rincones lejanos, afirman su compromiso contra el cambio climático mientras potencian el uso del vehículo privado.... ¡Con esta última maniobra hasta pretenden hacernos creer que el aparcamiento es bueno para la mejor conservación de los restos!

Sin pies ni cabeza

Como destruir los restos por la vía de la pala no parecía muy publicitable, el alcalde Cámara a optado por destruir los restos por el procedimiento del desmonte. Esta opción había sido rechazada por los expertos. Citemos como ejemplo las afirmaciones que el pasado 18 de noviembre vertió Julio Navarro, tal vez una de las voces más autorizadas en el ámbito de la arqueología islámica, refiriéndose al traslado: “No tiene ni pies ni cabeza. Todo lo que sea desmontar es destruir, teniendo en cuenta los materiales de los restos hallados”.

Las excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto los cimientos de la Murcia que fue, regalándonos una imagen de la ciudad hasta ahora perdida. Nadie, ni los más optimistas, esperaban encontrar bajo tierra grandes tesoros artísticos en perfecto estado de conservación, pero siendo esto cierto, también lo es que lo encontrado ha sorprendido a propios y extraños y que posiblemente sea lo máximo a lo que los murcianos podemos aspirar en cuanto a recuperación de nuestro pasado medieval.

Superar el modelo folclórico-costumbrista

La aparición de estos restos podría ser una oportunidad única para la reactivación de la vida cultural del municipio que muchos reclamamos y que debería de empezar por el reconocimiento, estudio y valoración de nuestro pasado y tradiciones superando el modelo lúdico-costumbrista imperante que de la Huerta sólo se queda con el Bando y de la tradición medieval con los desfiles de moros y cristianos.

Una oportunidad para repensar Murcia en clave cultural, ecológica y patrimonial, abriendo el debate ciudadano sobre la manera en que nuestro pasado puede conservarse y ponerse en valor con fines didácticos pero también turísticos y convertirse en un activo económico a medio y largo plazo.

Lo contrario, la destrucción de los restos, constituiría una nueva sublimación de la ignorancia y la paletez institucional con la que Miguel Ángel Cámara sin duda se ganaría el mismo puesto en la historia del municipio que aquel alcalde, Domingo de la Villa, que en el año 53 acabó con los baños árabes. Curiosos bagaje para quien pretende convertir a Murcia en Capital Cultural Europea en el 2016.

Esther Herguedas es Portavoz de Izquierda Unida Los Verdes en el Ayuntamiento de Murcia.

1 comentario:

  1. Está claro que un gran porcentaje de murcianos está a favor de primar el yacimiento arqueológico de San Esteban antes que la construcción de un parking en su lugar. Está claro, también, que los intereses privados del Partido Popular de Murcia ligados al mundo de la construcción y la especulación urbanística priman sobre los intereses generales de Murcia. Estando así las cosas, resulta sintomático el vasallaje político de la mayor parte de los murcianos a un partido político que viene gobernando este municipio y región desde hace una década y media. Un síntoma que se deja claramente ver en las instituciones y entidades académicas de este territorio. Es sintomático que ni la Real Academia Alfonso X el Sabio, ni la Real Academia de Bellas Artes, ni el Departamento de Arqueología e Historia de la Universidad de Murcia, ni otras entidades menores, como podría ser el Casino de Murcia, cuya rehabilitación reciente ha costado 10 millones de euros a las arcas públicas, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, la Federación de Peñas Huertanas, la Asociación de Profesores de Geografía e Historia de Enseñanzas Medias, la Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia, el propio cronista oficial de la ciudad de Murcia, la Federación de Asociaciones de Vecinos, el Colegio de Periodistas de Murcia, y tantas asociaciones de todo tipo relacionadas directa e indirectamente con la historia y la sociedad murciana no se hayan pronunciado sobre la conservación del más significativo hallazgo arqueológico medieval del islam occidental. La actitud de la mayor parte de los medios de comunicación en Murcia, es síntoma también del vasallaje político al Partido Popular y a sus intereses directamente relacionados con empresas privadas. "Ni están ni se les espera", en un hecho de tan capital trascendencia para que no sea destruida la principal pieza de la Historia Medieval de Murcia y la más significativa en medio siglo en España. Una operación urbanística propiciada en la reciente época de enajenación colectiva, que alimentó el Partido Popular y que hoy es puro esperpento de sí misma y que hace ascos a los siempre brotes verdes que, a pesar de esa losa de indolencia y caudillaje de corte caciquil y reaccionario, nunca podrán segar del todo.

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