
Pero el alcalde ‘popular’ de Murcia no ha recordado que en los años de bonanza económica los ayuntamientos se enriquecieron a través de sus célebres “convenios urbanísticos”, que dieron lugar a la especulación, al abuso desmedido en el aumento continuo de los precios de las viviendas unido a la escasez de construcción de pisos de protección oficial, especialmente para jóvenes, y al desarrollo de “pelotazos” y una galopante corrupción política. Y que en el caso de los municipios murcianos, cuya federación preside el mismo Miguel Ángel Cámara, afecta principalmente a los ayuntamientos de Totana, Librilla, Águilas, Fuente Álamo, Torre Pacheco…, cuyos alcaldes y concejales del PP están imputados por graves delitos y algunos están en libertad provisional tras haber pasado una temporada entre rejas en la cárcel de Sangonera.
Qué valor pueden tener esas lamentaciones de quien es máximo responsable de un partido que gobierna en la mayoría de los ayuntamientos murcianos que no supieron prevenir los tiempos de las “vacas flacas”, sino que ellos mismos provocaron con sus nefastas políticas del monocultivo del ladrillo, sin importarles nada la destrucción de los escasos espacios naturales murcianos y los necesarios recursos públicos, como los abastecimientos hídricos o los servicios sanitarios. Quiénes han sido culpables en España y en Murcia de haber engordado la “burbuja inmobiliaria” hasta explosionar en una de las crisis financieras mundiales jamás conocidas con resultados tan catastróficos en destrucción de empleo, sino los gerifaltes del Partido Popular, y en el caso murciano, Miguel Ángel Cámara y Ramón Luis Valcárcel a la cabeza.
Foto: El alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara (PP), cuando mostraba su desconfianza partidista al plan de inversiones del Gobierno de España para dinamizar la economía, entre ellas la correspondiente a la pedanía murciana de La Raya.
Compraban unas cuantas tahullas, empujaban a los jóvenes sin formación a abandonar el instituto para que trabajaran en poner ladrillos y así comprarse el coche con el precio de la gasolina y las polizas de seguros por las nubes, vendían los pisos a 30 millones, cuando cuesta hacerlos catorce, se enriquecían con la especulación multimillonaria los promotores y constructores y las cajas de ahorros dando enloquecidos préstamos a cincuenta años. Claro, el cuento de la lechera y ahora qué...?
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