Ignacio Martínez: historia de un prestigioso socialista de La Raya, desde la República hasta el gobierno Zapatero

Fue secretario de organización de las Juventudes Socialistas de este pueblo murciano durante la guerra civil y su padre, primer alcalde republicano en 1931. Como Físico y meteorólogo, trabajó en la ONU, fue profesor en la Escuela Superior de Arquitectura y secretario general del Instituto Nacional de Meteorología.

A la derecha, Ignacio Martínez junto al secretario del PSOE de Albacete, en 1998.

LA RAYA, Murcia (14 abr. 2015). - Ignacio Martínez Molina nace en La Raya un 27 de octubre, siendo bautizado en la iglesia parroquial de este pueblo murciano cuatro días después. Hijo de los también rayeros Luis Martínez Jiménez y Josefa Molina López, su padre fue el primer alcalde de esta pedanía de la II República Española. La narración que reproducimos a continuación es fruto de una entrevista para el volumen Resistencia sindical (II) : historias de vida de militantes de UGT durante el Franquismo, publicado en 2010, y en la misma cuenta sus primeros años en la escuela y como jornalero en las tierras de su progenitor, sus vivencias republicanas, la guerra civil, la posguerra y la dicadura, sus estudios y su carrera profesional como meteorólogo, habiendo trabajado para la ONU y como profesor en la Escuela Superior de Arquitectura, de Madrid, hasta su nombramiento como secretario general del Instituto Nacional de Meteorología en los primeros años ochenta y su visión de la actualidad política española. En 2006 recibió por su trayectoria sindical el Premio José Prats.

Nací en 1919, en un pueblo que se llama La Raya, a unos tres kilómetros de Murcia. Es un pueblo que, en la época en que nací, fundamentalmente había dos personas que eran los caciques del pueblo.

Soy el cuarto hijo. Primero estaba Antonio, luego José y María y detrás nací yo. Después hubo cinco más, en total éramos nueve hermanos en casa, tantos que, cuando venía alguna persona a la huerta, que era de lo que vivíamos, preguntara a mí padre al ver a tantos chiquillos jugando que si todos eran hijos suyos. El contestaba: "Bueno, en la casa han nacido".

Mi padre era agricultor, arrendatario de la tierra y exportador de frutas a Madrid, Valencia o San Sebastián. Allí se medía la tierra por "tahúllas" y tendría unas catorce tahúllas. La tahúlla es una medida de superficie de once áreas, equivalente a mil cien metros cuadrados. Se plantaban patatas, cebollas, acelgas. Había también naranjos y melocotoneros. Todo esto se plantaba, se cosechaba y se vendía. He de anotar que mi padre era un jugador de cartas, con poca suerte. Se podía haber vivido mejor en casa, pese a todo, como la cuantía de tierra era suficiente y los hijos estábamos en condiciones de trabajar menos los más pequeños, los jornales le salían gratis.

He de decir que mi padre fue el primer alcalde republicano de La Raya, era de Izquierda Republicana, tengo una copia del nombramiento de alcalde pedáneo. Mi padre estuvo de alcalde hasta que hubo nuevas elecciones y entonces entró gente más dedicada a la actividad política.

Primeros estudios en la escuela del pueblo. - Mi madre estaba en la casa cuidando de los nueve hijos, seis hombres y tres mujeres. Fuimos al colegio y allí aprendimos las primeras letras. Estudiamos en la escuela de mi pueblo, con don Antonio Cueto Moreno, fumador empedernido, republicano y muy amigo de mi padre. Este maestro enseñaba el hombre lo que sabía, porque los maestros de aquella época ni eran pedagogos ni tenían unos conocimientos profundos.

Allí estuve hasta los siete u ocho años. Después fui a otra escuela con otro maestro que también se llamaba Antonio, don Antonio Martínez López, que era de un pueblito de al lado. Este tenía métodos más modernos para enseñar, y allí estuve hasta que me preparó para hacer el ingreso en el Instituto de Murcia. Entonces eran diez años los que se necesitaban para poder presentarse a las pruebas de ingreso. También participé posteriormente para conseguir una beca, pero la obtuvo un tal Lacasa que estaba más preparado que yo. Él se había preparado en la capital y tenía más posibilidades. Ahí hice cuatro cursos: primero, segundo, tercero, cuarto y revalida. Entonces, cuando yo tenía entre catorce y quince años, mi padre me quitó de estudiar, sin tener motivos. Volví a la huerta a cavar y allí estuve hasta que me busqué un trabajo en un taller mecánico, una fundición que estaba a la entrada de Murcia. Estalló la guerra civil nada más llegar allí y continué trabajando.

Teníamos un secretario General de UGT, en Murcia, que estaba muy bien preparado, muy trabajador y muy consciente. Había asambleas periódicamente y me acuerdo que en una de ellas, sobre finales de 1936 ó comienzos de 1937 dijo: "Todavía está la pelota en el tejado", refiriéndose a la Guerra Civil. En el taller la consigna era: "Trabajar para vencer". Había mucha camaradería entre los compañeros, no se pisaban los puestos de trabajo y se respetaba el trabajo de unos y otros, de tal manera que cuando me licencié en Físicas aún conservaba la amistad.

En 1936 se produce el triunfo del Frente Popular, y hubo poco tiempo para continuar la labor de la II República, entre febrero y julio de 1936. Ya se encargaron ellos, los de derechas, de adulterar el ambiente, ya sabían lo que habían perdido y por tanto se dedicaron a caldear y enrarecer el ambiente, a lanzar a unos contra otros, a hacer que la gente viera que la única posibilidad de vivir era la derecha. Fue una cosa muy parecida a lo que está ocurriendo ahora [2009-2010], en suma, estaban los caciques que se encargaban de repartir beneficios a la gente para que no pensase. Los curas también hicieron una gran labor, qué duda cabe, sobre todo en las zonas rurales. Yo todavía cuando voy por mi pueblo me encuentro con cierto reparo, y a veces he tenido que hablar midiendo las palabras, pero me respetan.

Los caciques. - La vida en el pueblo era relativamente tranquila hasta el 18 de julio de 1936. El trabajador, el obrero vivía. No estaba la gente muy sindicalizada. Había en el pueblo suficientes trabajadores manuales para atender a las fincas y los huertos que había que regar, cavar, etc. Los obreros que había en el pueblo vivían pobremente, como vivían pobremente los propietarios, excepto los dos grandes propietarios, los caciques. Estos eran personas que tenían sus tierras pero no las cultivaban ellos. El sindicato UGT empezó a tener su pujanza empezada la guerra, la CNT no estaba representada. Las Juventudes Socialistas y el Partido Socialista fueron muy serios durante el conflicto.

Cuando yo era joven y trabajaba en la empresa como mecánico, no había representación de los trabajadores, como los delegados que hay ahora. Entonces nos afiliábamos, sin obligación alguna, por estar sindicados y por tener un criterio común. Los trabajadores eran conscientes de que había que producir cuanto más mejor. Se hacía más labor de este tipo dentro del partido que en el sindicato; a los que iban al partido se les recomendaba que se afiliasen a UGT y al contrario. Esa era la consigna de Pablo Iglesias.

La divulgación de las ideas de Pablo Iglesias, pese a que la comunicación era ínfima debido a que en España se contaba con una radio incipiente y los periódicos los leía muy poca gente. Yo me enteraba porque mi padre compraba la prensa todos los días, como El Sol y La Voz. La doctrina de Pablo Iglesias estaba muy extendida; cuando él murió yo tenía seis años y oía hablar de él. En esos años la información pasaba de boca en boca.

Las relaciones laborales con los trabajadores del pueblo que venían a trabajar a casa, era excelente, se les daba merienda y vino. A mi padre todos lo apreciaban muchísimo ya que les pagaba su salario y además les daba el almuerzo.

En el pueblo mucha gente de derechas, durante el conflicto, se escondió, alguno estuvo en la cárcel pero no murió nadie. Las Juventudes Socialistas no lo veíamos bien y nos opusimos a actitudes violentas. Cuando terminó la guerra, llegó la represión sobre toda la izquierda. Entre otros, un amigo mío estuvo en la cárcel solamente por ser socialista. Después de salir de la cárcel hemos estado juntos, en su casa. Este hombre, era el secretario general del Partido Socialista, trabajaba en una empresa que se dedicaba a moler pimientos secados. Era muy querido por el dueño de la empresa, un buen trabajador y una buena persona, pero en aquella época no se podían tener ideas.

Fundan las JJSS. - Los jóvenes por 1936, fundamos las Juventudes Socialistas Unificadas en el pueblo. Yo era de los más jóvenes y la directiva que se formó eran "juventudes pero un poco mayores". Como estalló la guerra y movilizaron a todos, se formó una directiva con personas un poco más jóvenes. Todos menos el secretario General que, como trabajaba en una industria de aluminio, no lo movilizaron. Yo fui nombrado secretario de Organización, tampoco me movilizaron porque como estaba trabajando en una industria de guerra, fabricando bombas, me dejaron allí. En el taller se fundían bombas y preparaban las espoletas y estabilizadores. Salían camiones enteros cargados de bombas que, supongo, se rellenarían en otro lugar. A mí me daba un poco de vergüenza que todos mis compañeros estuviesen en el frente, unos se fueron a guardias de asalto, otros al ejército y lo que hice fue solicitar el ingreso en carabineros. Me hicieron un examen y me mandaron a talleres, donde permanecí hasta que finalizó la guerra.

Antes de entrar en carabineros, falsifiqué mi partida de nacimiento para ingresar en Aviación, no debía ser muy experto porque me descubrieron. También estuve un tiempo realizando unos cursos para comisario político, pero no se materializó.

Como carabinero fui destinado a unos talleres que había en Alcantarilla. Desde aquí hasta casa de mis padres había unos tres kilómetros y medio o cuatro. Pese a ser carabinero continué siendo secretario de Organización de las Juventudes Socialistas Unificadas de entonces.

Un día había uno que quería tirar las campanas de la iglesia del pueblo para fundirlas y hacer material de guerra. Yo le dije que mejor era dejarlas donde estaban para no desmerecer la arquitectura de la iglesia, porque estaba muy bien construida, de una forma muy bien proporcionada. Claro, un edificio de esa naturaleza sin campanas estaría muy feo y se votó, saliendo adelante la propuesta de que se quedasen las campanas. Ahí están todavía. De cuando en cuando, si voy por allí, siempre hay alguno que me lo recuerda.

Tuve mucha suerte porque al acabar la guerra me metí en casa, después de regresar del frente de Valencia, caminando de noche en grupo. Mi madre me decía que me presentara porque por la radio estaban machacando de manera incesante y constante para que nos presentáramos todos los que hubiésemos estado en el Ejército Republicano. A todos los que se presentaron los metían en el campo de concentración que era el campo de futbol de La Condomina. Le dije a mi madre que si querían algo de mí que vinieran a buscarme, y acerté.

Soldado en la dicadura. - En seguida me movilizaron otra vez ya que la guerra acabó en abril y en septiembre recibo una notificación de la caja de reclutas para que me presentara como mecánico. A los mecánicos nos movilizaron antes y más tarde a nuestra quinta. Me llevaron a Madrid, a Carabanchel, y desde Madrid nos mandaron a Santoña, al tercer batallón, compañía de talleres. Desde Santoña, después de unos meses, nos trasladaron a Aranjuez.

En Santoña se vivía bastante bien, no en el ejército, sí en la población, porque había comestibles. Ahí la verdad es que el mobiliario de cuartel era escaso, pero tenía ventanas. Esto lo apreciamos cuando en Aranjuez nos enviaron a lo que había sido un convento de los jesuitas. Aquello no tenía puertas ni ventanas, la cama consistía en dos "borriquetas", unas tablas y una manta. Era diciembre del 39 y hacía un frío que se congelaba el agua formando carámbanos, y ahí nos teníamos que lavar. Hacía tanto frío por las noches que teníamos que dormir, en aquellas tablas, dos juntos para aprovechar dos mantas. La comida era muy mala y el trato era peor. Los oficiales nos insultaban por ser republicanos y pegaban cada bofetada. Había uno al que llamaban el "Capitán Repollo", solo vivía para ganar dinero, debería tener mucha familia porque cuando entraba de cocina mataba de hambre.

Durante la comida nos ponían marchas militares por megafonía y el himno nacional. Claro si ponían el himno tenías que levantarte, ponerte firmes y saludar, estuvieras comiendo o haciendo cualquier actividad. No todos los oficiales eran iguales, había algunos oficiales a los que no les gustaba ese trato. Como tenía unos pocos estudios conseguí colocarme en las oficinas. Ahí estuvimos mucho tiempo, cuando me licenciaron debería tener 25 años, nos movilizaron los primeros y nos echaron los últimos.

En la mili conocí a un perito industrial que era de Linares, él tenía ganas de enseñar y yo ganas de aprender. Con él aprendí Física, Matemáticas y me enseñó todo lo que él sabía. Cuando terminé la mili, enseguida me coloqué de mecánico, pero un pariente mío, muy de derechas, me dijo que por qué no estudiaba y terminaba el bachiller. El estudió Filosofía y Letras y logró una cátedra en el Instituto de Murcia. Me animó de tal manera que me hice en año y medio lo que me faltaba para terminar el bachillerato y el examen de estado y además con nota. Nos examinaba un tribunal y yo fallé en Religión; el obispo de Murcia me preguntó cómo se perdonaba el pecado venial y no se lo supe decir. A pesar de todo, me ayudó un poco, y no me puso un cero que me habría impedido pasar el examen de estado. Ellos me dijeron como se perdonaba el pecado venial, eso me ocurrió por ser socialista porque si no hubiera tenido ocasión de aprender cómo se perdonaba ese pecado.

Universidad de Murcia. - Después me matriculé en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia del primer curso y al año siguiente, al ir a matricularme de segundo curso, en el Rectorado me dijeron que me dejaban matricular a condición de trasladar la matrícula a Madrid, pues no tenían profesores. Les dije que eso no era posible porque mis padres no podían costear la manutención. Todo esto lo escuchaba un joven al que no conocía que se encontraba en el Rectorado. Me dijo categóricamente: "Vente conmigo, que se te va a conceder una beca de comedor". Así fue y todo se solucionó (debería ser un alto cargo del sindicato SEU, pero no me preguntó nada de nada). Me dijo que se llamaba Gabriel Baleriola, licenciado en Químicas.

Mientras tanto, una vez acabado el Bachillerato, intenté presentarme a unas oposiciones y fui a pedir un aval. Ahí si que dije: "De aquí a la cárcel". Sabían toda mi vida, que había sido secretario de Organización de las Juventudes Socialistas y me pusieron verde, con una gran cantidad de improperios y me dijeron que cómo me atrevía a pedirles un aval.

He tenido bastante suerte, porque ya en Madrid, mientras estaba en el segundo curso de Matemáticas, salieron unas oposiciones para ayudante de Meteorología. Me llamó el que me ayudó a conseguir la beca de comedor para que le explicara Matemáticas y Física y sacó plaza en Madrid. Al año siguiente me presenté y aprobé.

La meteorología entonces estaba militarizada, hablo de los años 1945 ó 1946. Después de aprobar se hacía un curso de doce meses de especialización y simultáneamente de preparación militar. Al final de los cursos, si aprobabas, te concedían la asimilación de alférez y te enviaban a un aeropuerto hasta el destino definitivo. Al final de mi vida profesional tenía la consideración de teniente coronel. Ahí pude comprobar que los meteorólogos eran gente muy liberal, no eran muy partidarios del régimen franquista, con lo que se podía hablar más abiertamente que con el resto de funcionarios que si no eran del régimen lo parecían. Alguna vez me llegaron a decir que parecía un poco "rojillo" en alguna de las conversaciones que manteníamos. Al final cuando descubrieron que yo era socialista llegaron a decir: "Hay que ver, tan buen chico y es socialista".

Me destinaron a Albacete, a la Base de Los Llanos, y a los dos años conseguí destino en Madrid, acabé la carrera y entonces hice las oposiciones a Meteorólogo. Me casé en Albacete el 15 de octubre de 1953 con una chica muy guapa a la que, curiosamente, conocí en un entierro. En el velatorio nos presentaron y al acompañar a élla y a otra amiga a sus casas empezamos nuestro noviazgo

Vida profesional. - En relación a mi vida laboral, he trabajado como profesor de Física en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y también he ejercido como profesor de Estadística en el Instituto Nacional de Meteorología. He sido experto de Naciones Unidas, en la Organización Meteorológica Mundial, durante seis años. También he trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas hasta que me fui a trabajar a una fábrica de instrumentos de precisión para medidas eléctricas durante cinco años. Desde esta empresa, que se llamaba Electromedida S.A., participé en un concurso internacional y me concedieron el trabajo como técnico en Naciones Unidas. Con tiempo avisé en la empresa que me marchaba a finales de mes y se quedaron perplejos. Me llamó el consejero delegado y me dijo: "No se irá usted por dinero" y yo le contesté: "Naturalmente". Me dijo que nunca había pedido aumento de sueldo y le contesté que yo no iba de pordiosero a trabajar, que yo estaba como técnico y si veían que mi trabajo valía más por qué no me lo habían dado. Por ese motivo yo podía creer que me habían estado estafando.

Cuando estuve un tiempo en la matriz suiza de Electromedida, en Electro Trüb Tauber, tengo que decir que trabajaban más los trabajadores españoles que los nativos. En el Instituto Nacional de Meteorología, cuando ya estaban legalizados los sindicatos, fundamos entre Julián Navarro Donate, un tal Ledesma y yo, la Sección Sindical de UGT, donde fui secretario de Organización.

Fui secretario General del Instituto Nacional de Meteorología a comienzos de los años ochenta. Recuerdo una huelga, en la que no pude intervenir porque disponía de información privilegiada. Si se hubiera aguantado un día o unas horas más se hubiera ganado el pleito que tenían y se hubieran conseguido las reivindicaciones. Les dije también a mis compañeros que para pedir hay que cumplir con las obligaciones laborales, antes de cobrar más deberíamos dedicarnos a hacer más trabajos de investigación. Hay que llevar algo en las manos para pedir aumentos salariales.

He conocido a un compañero que por su militancia socialista le fulminaron de su puesto de trabajo. Más tarde me tocó a mí reingresarlo en la Transición. Era un tipo excelente, un matemático muy bueno y era el que más Geometría Proyectiva sabía de España. Nos hicimos muy amigos. Como le echaron del Instituto Nacional de Meteorología por ser "rojo" tuvo que ganarse la vida como pudo y montó una academia.

Por otro lado, en esos años en la Administración Española, en ciertas dependencias, había jefes que ni moral ni éticamente cumplían. Si el jefe no cumple, no ejerce como tal, no revisa, los demás tampoco. Conseguí en mi Departamento que, para elaborar el Atlas Climatológico Español, la gente pudiera trabajar en su casa. Yo tenía un adjunto, comunista, muy buena persona, un tipo muy trabajador que valía muchísimo, que se encargaba de revisar el trabajo y si había algo mal la gente lo tenía que hacer fuera de las horas de trabajo. Conseguí que el dinero que se cobraba de más con las horas extraordinarias se entregara al Departamento. Con ese dinero hacíamos algunas reuniones, tomábamos algún aperitivo. Yo les decía que se permitía criticar al jefe y la verdad es que lo hacían.

Como experto y director de proyectos he tenido que atender el trabajo y la gestión diaria del despacho así como realizar las investigaciones. Siempre he hecho mis publicaciones y trabajos, con los datos sacados del centro de trabajo, en mi tiempo libre, en casa.

Actualidad política. - La derecha que he conocido en los países que he visitado es más liberal. Incluso recuerdo en Lima, un día, el ministro de Agricultura de Perú, de un gobierno de derechas, me dijo mientras estaba hablando con los periodistas, algo así como: "Estas declaraciones que yo hago aquí seguro que en tu país no se pueden decir".

Este gobierno que tenemos hoy en España [ 2010], ha tenido muy mala suerte ya que se ha encontrado con la peor situación económica posible. Yo lo comentaba con mucha gente: tantas casas que se construyen llegará un momento en que esto estalle. Somos un país sin industria, al contrario que Alemania, Francia, etc. Desde luego, al partido que gane las próximas elecciones le va a seguir tocando de lleno el problema de la crisis.

Gracias al superávit que existía en la Seguridad Social y el apoyo social se ha podido amortiguar el impacto de la crisis. La riqueza de un país la crean los trabajadores y son ellos los que tienen ideas. Hay que dejar a una persona pensar, si se le ofrece algún incentivo por trabajar menos y tener más productividad inventará algo. Al trabajador siempre hay que motivarlo. En España si algo se ha de hacer, lo tiene que hacer la izquierda. La derecha es muy cómoda y se cree que España es su parcela para enriquecerse. Incluso ahora en algunas comunidades autónomas, gobernadas por la derecha, como la de Madrid el presupuesto dedicado al tema social está disminuyendo. Desde luego, si fuera por mi apoyo y por la labor de propaganda que yo puedo hacer, volverá a ganar el partido socialista.

1 comentario:

  1. Como te echo de menos abuelito =) Fuiste y serás siempre un grande como padre y abuelo. Te queremos.

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